• Primera lectura: Pr 31,10-13.19-20.30-31: La mujer ejemplar, ¿dónde encontrarla?
  • Salmo Responsorial: 127,1-5: Comerás del fruto de tu trabajo.
  • Segunda lectura: 1Tes 5,1-6: Ustedes son hijos de la luz.
  • Evangelio: Mt 25,14-30: Servidor bueno y fiel. Siéntate a la mesa con tu Señor.

Color: VERDE

Neptalí Díaz Villán

Mujer virtuosa: Al libro de los Proverbios no vamos a hacerle decir lo que no dice, sabemos que fue escrito en un contexto patriarcal y no le podemos exigir un manifiesto feminista. Pero, ya que leemos este fragmento referente a la mujer, bien vale la pena reflexionar sobre el puesto de la mujer en nuestras iglesias y en nuestra sociedad en general. Ante la cosificación de la mujer, tenida como un adorno en las clases altas o como una esclava en las clases bajas; en ambos casos como una posesión del marido en todo el mundo antiguo, los Proverbios exaltan el valor de la mujer no tanto por su capacidad de seducción y engaño, como las dibuja “Las mil y una noches”, sino por su valioso aporte en la solidez de la economía familiar y en la formación de los hijos, por sus virtudes y capacidad para construir el proyecto de Yahvé. ¿Qué podríamos decir hoy de la mujer? ¿Qué crítica o que alabanza? ¿Qué luces y qué sombras? ¿Qué podríamos reclamar para ellas y qué pedirles?

Producir frutos: con éste Evangelio de hoy, entre otros textos,pudiéramos responder a toda sociología y psicología que ven en la religión y específicamente en el cristianismo, el opio del pueblo. Muchas veces se ha utilizado la religión para manipular, hay que reconocerlo. Ha servido como tranquilizante, justificador de regímenes totalitarios. Sí. Hay que reconocer que muchas visiones de Dios han servido para propagar y justificar ideologías con visiones negativas del ser humano; ideologías que tienen al ser humano por basura, frente a un Dios que es todopoderoso, perfecto y santo. Ideologías que en nombre de Dios hacen mucho daño y frustran todos los nobles anhelos de la humanidad. ¿Pero eso significa que en su esencia el proyecto de Jesús sea por sí mismo opio que adormece y obstaculiza el desarrollo humano? ¡Absolutamente no!  Todo lo contrario. El evangelio tiene una buena visión del ser humano. No lo rebaja ni lo endiosa: lo pone en su lugar y con una responsabilidad muy concreta: producir frutos de vida.

Pero cuidado porque este evangelio puede ser fácilmente manipulado por algún ideólogo del neoliberalismo salvaje, que no busca otra cosa diferente a producir, producir y producir, acumular, más y más, sacrificando ante el altar de Mamón.[1] La salud, la educación, la vida misma de los trabajadores quedan en un segundo o tercer plano, porque lo primero es la producción de capital. Estos neo-saduceos[2] podrían argüir que Jesús ordenó reproducir el dinero, de manera que entre más tengamos y más acumulemos mejor, así se tenga que acudir a la explotación que condena a muerte a tantos desposeídos. Que sólo si producimos más y más según las leyes del mercado seremos dignos de participar en el Banquete. Tal vez en el banquete de privilegios que goza el puñado de vividores del sistema, pero no del Banquete del Señor, justo y Padre de todos.

Eficiencia, sí. Producir frutos, claro que sí. Hacer producir el dinero, también. Pero el auténtico seguidor de Jesús no puede poner por encima la producción y la eficiencia a la justicia y la equidad. La eficacia y aumento de la producción de una empresa no debe ser fruto del desmejoramiento de la calidad de vida de las personas. Infortunadamente en este mundo globalizado donde reina el “mercado libre” y esclavizador, muchas empresas nacionales y extranjeras sin ningún compromiso ético social, explotan al máximo a sus trabajadores con horarios y cargas laborales extremadamente crueles, aunque se manifiesten con algunas limosnas para aplacar la opinión pública, esconder sus injusticias y mostrar su “caridad infinita”. Muchos de los niños y jóvenes que van a nuestras iglesias, escuelas y colegios, viven solos porque sus padres la pasan todo su tiempo pendientes del trabajo. Algunas empresas les exigen a sus empleados (esclavos) tener en todo momento el celular encendido para recurrir a ellos en cualquier circunstancia. A la hora del descanso, en la intimidad con su pareja, en el paseo con los hijos, en el cumpleaños, en todo momento. ¿No es esta una nueva forma de esclavitud?

La anterior reflexión no significa que estemos en contra de la propiedad privada ni de los empresarios. Hay muchos empresarios comprometidos, justos, correctos, con sus empleados y exitosos como profesionales. Pero hay otros que, esclavos del dinero, esclavizan a quien sea con el fin de acumular más y más, y así tener contenta una vil y tirana diosa que domina su vida: La Codicia.

La parábola que hoy leemos, parte de la confianza que Dios pone en el ser humano, llenándolo de dones, capacidades y posibilidades de desarrollo. Según la parábola, nuestros dones y carismas, nuestras posesiones y nuestra vida misma, son prestados por Dios para producir frutos.

Cada ser humano puede producir frutos de vida que contribuyan al desarrollo personal y comunitario, o encerrarse en una producción egoísta, motivada por el miedo. También puede sentarse a llorar por su desgracia, a compararse con los demás por tener tan solo unas cuántas monedas de plata mientras otros tienen muchas más. Se puede quejar porque es muy bajo o muy alto, porque es invierno y hace frío o porque es verano y hace calor, porque su matrimonio está en crisis o porque está solo y no ha conseguido pareja. Hay personas que se especializan en encontrar peros. Siempre puede haber un “pero…” “es que…” “si fuera de otra manera…” “unos nacieron para mandar, otros para obedecer”, “a unos mi Dios les dio plata y belleza, a otros problemas y pobreza” “esta vida es muy cruel…”  “óyeme Diosito santo por qué repartiste la plata tal mal repartida…”, dice una canción popular.

En palabras de Rafael Santandreu, hay personas que sufren de “terrebilitis”, es decir la tendencia a calificar de terribles cosas que no lo son. “El físico Stephen Hawking, uno de mis maestros de vida, suele decir: ‘Quejarse es inútil y una pérdida de tiempo’. Yo he estudiado a fondo a varias personas que se caracterizan por ser muy fuertes y ellos nos demuestran que si estás positivo, resolverás todos tus problemas mucho mejor… Stephen Hawking no tiene una gran salud física que digamos, pero es una de las personas más sanas y felices que conozco. Una vez más, cada uno elige ser fuerte o débil…”[3]

“Te conocía que eres hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges donde no esparciste…” le dijo el hombre fracasado a su patrón, para justificar su miedo y su ineficacia. En otras palabras, la culpa es del patrón por ser muy exigente y no del empleado por ser perezoso.[4] El hombre fracasado no valoró lo que tenía, se enfocó en lo que no tenía y en la severidad de su patrón para justificar su desidia. Podríamos pasarnos la vida quejándonos porque no nos funciona bien uno o varios miembros de nuestro cuerpo. Pero no agradecemos por el resto del cuerpo que funciona bien. Tal vez no podamos caminar, pero podemos escuchar, hablar, sentir el aire, disfrutar de la presencia de un ser querido, abrirnos a la gracia de Dios para aprovechar al máximo los dones y talentos, que sin duda son muchos.

Quienes produjeron frutos, aunque tuvieron la posibilidad de equivocarse y perder, confiaron en el Señor, se sintieron responsables ante a Él y ante el mundo, trabajaron con lo que tenían y cosecharon. Esta respuesta al amor de Dios los condujo a la vida eterna, manifestado en la participación del Banquete. La felicitación del Señor no fue tanto por la cantidad producida sino por la dedicación generosa a su encargo. El que no produjo frutos fue un holgazán que no confió en Dios, pensando que lo iba a castigar si se equivocaba y perdía, culpando a Dios y al mundo por su “mala suerte”. Esta respuesta miedosa y egoísta lo condujo a la muerte, a la desesperación, al llanto y rechinar de dientes. Es decir su actitud lo excluyó de la vida, de la comunión de amor, de alegría y felicidad propia de quienes participan en el banquete del Reino.

Esta parábola no es para sembrar miedo, al contario es para denunciar la religiosidad del miedo. Este es el núcleo de la parábola: denunciar la religiosidad del miedo que no está produciendo frutos y proponer la religiosidad del amor generoso y corresponsable con la obra de Dios.

Es cierto que tenemos muchas limitaciones, es cierto que cometemos muchos errores y a cada rato nos encontramos con cosas que nos incomodan, con obstáculos en nuestro anhelo de realizar nuestra vida y ser felices. Pero en realidad tenemos también muchas posibilidades, muchos dones, muchos medios para crecer, para trabajar, para alcanzar la plenitud de la vida.

Dicen que a lo largo de nuestra vida los seres humanos tenemos 20 mil pequeñas adversidades: te dejó el bus, te tuerces un tobillo, pierdes los papeles, dejas las luces del carro encendidas y se acabó la batería, pierdes un examen, etc. Y si no manejamos esto con calma, si lo queremos todo perfecto y sin adversidades nos convertimos en cascarrabias y amargados.

¡Y claro! Si asumimos una actitud negativa, una visión terrible de la vida, si tenemos la tendencia a complicarlo todo, a dejarnos amargar por las cosas que nos incomodan, a magnificar esas cosas por encima de las de las bendiciones, entonces corremos un grave peligro: frustrar nuestra vida.

Si tenemos cinco, dos o un talento, no es lo más importante. Es cierto que a veces, cual personajes kafkianos, vivimos experiencias muy duras como la de Gregorio Samsa que una mañana, tras un sueño intranquilo, se despertó convertido en un monstruoso insecto… (La Matamorfosis) o como la de Josef K. que de pronto se vio en un proceso penal con todo en su contra sin saber con claridad si era inocente o culpable (El proceso).

Y ante ese tipo de situaciones tenemos derecho a quejarnos, pero hay que ir más allá. Corremos el riesgo de quedarnos en la simple quejadera porque tenemos problemas, porque hay injusticias, porque no vemos oportunidades, porque no somos capaces o porque tenemos sólo un talento. De esta manera arruinaríamos nuestra vida.

Pero al lado de las 20 mil pequeñas adversidades, tenemos 100 mil y más pequeños detalles por los cuales dar gracias y disfrutar de tantas maravillas. Al lado de los grandes problemas, tenemos la gracia de Dios que nos fortalece y nos levanta para seguir dando testimonio de vida y para seguir construyendo nuestra historia de salvación. Lo más importante no es si tenemos cinco, dos o un talento. Lo más importante es que todo lo que tenemos lo pongamos al servicio de la vida.

Tenemos la posibilidad, como nos dice Pablo (segunda lectura), de vivir siempre alerta (que no equivale a miedosos), despiertos como hijos de la luz e hijos del día, asumiendo la vida con alegría y entusiasmo, con fe y esperanza, poniendo a funcionar bien todos los dones y carismas que hemos recibido del Señor, y dando frutos de amor, justicia y perdón. Ojalá optemos por ser felices, por producir frutos de vida, de alegría, de plenitud y participemos en el banquete del Reino.

Oración

Bendito seas Dios, por todas las bendiciones que experimentamos cada día. Bendito seas porque sin duda son muchas más las bendiciones que las adversidades. Bendito seas porque en las adversidades, en la fragilidad, en las incomodidades y aún en los grandes dolores, es cuando más experimentamos tu fuerza, tu gracia, tu amor, tu poder y tu misericordia. Gracias por todos los dones y carismas que has puesto en nuestras mentes y en nuestros corazones. Gracias por la capacidad de amar, de servir, de producir, de comunicar vida, alegría y llegar a los demás con buenas noticias.

Gracias por confiarnos la realización de tu Proyecto y por invitarnos al banquete. Danos la capacidad para vencer el miedo, para trabajar con entusiasmo, con alegría, con ilusión, con fe, con amor, con esperanza. Que nuestras manos puedan sembrar con generosidad y recoger en abundancia, para compartir en fraternidad y solidaridad. Que nuestros pies puedan seguir firmemente el camino de la plena realización. Que nuestros ojos puedan contemplar con gozo cada amanecer como una nueva oportunidad para vivir y ser felices. Que nuestras voces puedan cantar la grandeza de tu amor y la alegría de la salvación. Que todo nuestro ser sea testigo vivo de tu amor misericordioso al participar cada día del banquete del Reino. Amén.

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[1]El dios dinero.

[2]Los Saduceos eran un grupo religioso de Israel con una ideología de derecha. A éste grupo pertenecían las clases altas del pueblo, la aristocracia política y religiosa. Eran cercanos ideológicamente a los romanos  y rechazaban todo tipo de Mesías pues éste traería necesariamente un cambio en la sociedad…

[3] Entrevista con Santandreu sobre su libro “El arte de no amargarse la vida”. en: www.hola.com. En Yor tube: (25) RAFAEL SANTANDREU – El arte de no amargarse la vida | AULA DE CULTURA – YouTube

[4]Valdría la pena analizar aquí la parábola hecha famosa por Jaime Lopera Gutiérrez y Martha Inés Bernal Trujillo: “La culpa es de la vaca”.

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