• Primera lectura. Film 7-20: “Si yo lo quiero tanto, cuánto más lo has de querer tú, como hombre y como cristiano”.
  • Salmo responsorial. 145,7.8-9a.9bc-10: “Dichoso a quien auxilia el Dios de Jacob”.
  • Evangelio. Lc 17,20-25: “El reino de Dios está dentro de ustedes”.

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El Evangelio de hoy nos trae una conversación entre Jesús y los fariseos sobre el momento de la venida del Reino de Dios. En todas sus parábolas les hablaba de este Reino. Ellos, que tenían un concepto equivocado del mismo (como quizás lo tenemos muchos de nosotros hoy) creerían que habría de venir con su gran aparato de fuerza.

Al ver a Jesús humilde y sencillo, sin ninguna apariencia de rey, le preguntan si es posible que Él pueda pretender fundar un reino. Jesús en cambio, con su respuesta nos hace ver que el Reino de Dios es espiritual, radica en el corazón, en el interior de las personas y eso requiere una adhesión total a Él.

A través de este pasaje, el Señor nos hace referencia aquí a algo muy importante y muchas veces incomprendido: ¡el Reino ya está aquí, porque está en nosotros! Esto es como decir que la semilla, la simiente del Reino, está entre nosotros. Depende entonces de nosotros hacerla crecer y dar fruto. Se trata de dejar de ver fuera para ver nuestro interior.

Somos los portadores del Reino. ¡Qué difícil se nos hace entender que la respuesta la debemos buscar en nosotros mismos! Es por eso por lo que debemos hacer un alto. Detenernos. Salir de nuestra rutina, de todo aquello aprendido que nos hace buscar las respuestas incesantemente fuera de nosotros. Solo es necesario detenernos un momento y hurgar con reverencia en nuestros propios corazones, en nuestro interior; que encontremos que allí habita Dios, que encontremos la razón de la vida, el propósito final de nuestra existencia. Que dejemos de buscar culpables o responsables de lo que nos suceda, bueno o malo; ya que somos nosotros los artífices de nuestro propio destino.

Somos nosotros los que vamos labrando día a día lo que llegaremos a ser. Seremos felices en la medida en que irradiemos a los demás ese Espíritu de Dios que habita en nosotros; y lo irradiaremos en la medida que podamos reflejar paz y esperanza. Y esa paz y esperanza la reflejaremos en la medida en que fomentemos la unidad familiar entre nosotros a través de la oración en familia. No olvidemos rezar hoy el Padre Nuestro en familia porque eso, en definitiva, es reflejar “ese Reino de Dios que habita en cada uno de nosotros’’. ¡Qué la Santísima Virgen María nos acompañe en este proceso! Amén.

(Guía Mensual)

Aquí podrás escuchar el Evangelio y la reflexión para hoy:

Lecturas: XXXIII Domingo.  Tiempo Ordinario. Ciclo B

Moniciones: XXXIII Domingo.  Tiempo Ordinario. Ciclo B

Homilía 1: XXXIII Domingo.  Tiempo Ordinario. Ciclo B

Homilía 2: XXXIII Domingo.  Tiempo Ordinario. Ciclo B

Homilía 3: XXXIII Domingo.  Tiempo Ordinario. Ciclo B

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