Jueves, 7 de noviembre del 2024
- Primera lectura. Fil 3,3-8a: “Sin embargo, todo eso que para mí era ganancia lo consideré pérdida comparado con Cristo”.
- Salmo responsorial. 104,2-3.4-5.6-7: “Que se alegren los que buscan al Señor”.
- Evangelio. Lc 15,1-10: “Ése acoge a los pecadores y come con ellos”.
Color: VERDE
«Habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta”
Jesús no vino a llamar a los justos sino a los pecadores, a las “ovejas descarriadas” de Israel. Su trato con ellos le mereció la crítica y el rechazo de aquellos que le adversaban. La predicación de Jesús atraía por su sencillez y por su cercanía y acogida de aquellos que eran rechazados y marginados por la sociedad de entonces: las prostitutas, enfermos, mendigos, y pecadores.
Jesús se rodeaba de los sedientos de Dios, de los que estaban perdidos y buscaban al buen pastor. Debido a esto los fariseos se escandalizaban porque Jesús acogía benignamente a los publicanos y pecadores que no cumplían con los ritos exagerados que les imponían los fariseos. Jesús los recibía amablemente para salvarlos. La conducta de Jesús ha de servirnos de norma para los cristianos. Nuestra misión es colaborar para salvar a todos; por eso, de muestra amabilidad en recibirlos puede depender muchas veces su salvación.
“Habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta” -dijo el Señor Jesús-. Si permitiéramos que estas palabras llegasen a nuestro corazón y se hiciesen vida en nosotros, de seguro que nuestro mayor empeño sería trabajar por todas esas personas que están ahí afuera, llevando una vida desordenada y descarriada.
Todos nosotros, los que servimos al Señor de una forma u otra, lo hacemos porque en un momento de nuestras vidas hemos sentido esa misericordia divina; hemos sentido que a pesar de lo que le hemos fallado, Jesús nos levanta y nos lleva en sus hombros. Los que tenemos algún conocimiento de Dios sabemos que para Él no hay casos perdidos. Por eso, debemos trabajar con la oración y con la acción, por la conversión de tantas personas que están extraviadas del camino; y por nosotros mismos, para continuar nuestro proceso de conversión y dejar de ser cristianos de tradición y seamos más efectivos para conquistar almas para Cristo.
En oración pidamos por nuestra unidad familiar y vayamos también en el nombre del Señor hacia esa “oveja perdida”, esa familia, que necesita conocer de Dios. Llevémosle el mensaje que ha de volverlos al camino que conduce a Dios y a experimentar su infinita misericordia.
Hoy recemos juntos en familia la oración del Padre Nuestro para que el Señor despierte en nosotros el ardor misionero de salir en busca de lo que está perdido. Así sea.
(Guía Mensual)
Aquí podrás escuchar el Evangelio y la reflexión para hoy:
XXXII Domingo. Tiempo Ordinario. Ciclo B. 10 de noviembre del 2024
Lecturas: XXXII Domingo. Tiempo Ordinario. Ciclo B
Moniciones: XXXII Domingo. Tiempo Ordinario. Ciclo B
Homilía 1: XXXII Domingo. Tiempo Ordinario. Ciclo B
Homilía 2: XXXII Domingo. Tiempo Ordinario. Ciclo B
Homilía 3: XXXII Domingo. Tiempo Ordinario. Ciclo B
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