Fiesta: San Simón y San Judas, Apóstoles
Lunes, 28 de octubre del 2024
- Primera lectura. Ef 2,19-22: “Están edificados sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, y el mismo Cristo Jesús es la piedra angular”.
- Salmo responsorial. Salmo Responsorial:18,2-3.4-5: «A toda la tierra alcanza su pregón”.
- Evangelio. Lc 6,12-19: “Venían a oírlo y a que los curara de sus enfermedades; los atormentados por espíritus inmundos quedaban curados”.
Color: ROJO
«Jesús reunió un grupo grande de discípulos que venían de todas partes a oírlo y a que los curara de sus enfermedades”
En el Evangelio de hoy se nos dice que Jesús subió a la montaña a orar y que pasó toda la noche en oración. Al bajar de la montaña toma una gran decisión, la de escoger y llamar a los doce apóstoles que luego serían sus sucesores en la misión de proclamar el Reino. ¿Qué nos dice esto a los hombres de nuestro tiempo?
El primer mensaje es que Jesús, siendo el hijo de Dios encarnado, ora. Como cualquiera de nosotros, siente la necesidad de estar en comunión con el Padre y requiere pasar largas horas de oración y súplica pidiendo luz y sabiduría para caminar en la vida. A veces pensamos que Jesús lo sabía todo, lo entendía todo y tenía todas las respuestas; sin embargo, Jesús necesitaba una continua y profunda relación cara a cara con su Padre a través de la oración, para poder llevar a cabo su misión en el mundo.
¿Podría haber hecho todo solo? No, era dependiente de las inspiraciones y mociones que recibía del Espíritu Santo en sus ratos de oración. ¿Y esto, qué nos dice a nosotros? ¿Cómo está en este momento nuestra amistad con Dios? ¿Cuánto tiempo de nuestro día dedicamos a hablar largo y tendido con nuestro Padre del Cielo?
Jesús discierne en la oración lo que debe hacer, qué decir y a dónde ir. No da pasos en su vida sin antes cotejar con el Padre cuál es su voluntad y dejarse guiar por Él. Lo vemos claramente en su momento más oscuro en el huerto de Getsemaní, sus decisiones son tomadas luego de largas e intensas conversaciones con el Padre. De noche ora, para hacer de día las cosas que ha comprendido en la oración.
Y nosotros, ¿cómo estamos tomando nuestras decisiones importantes? ¿Qué tiempo estamos dedicando a cotejar con el Padre cuál es su voluntad para nuestras vidas? ¿Estamos preguntándole, y escuchando su respuesta, sobre a qué nos llama y dónde quiere que le sirvamos? ¿Estamos discerniendo nuestros pasos a la luz de la oración?
Luego de escoger a los apóstoles, Jesús reunió un grupo grande de discípulos que venían de todas partes a oírlo y a que los curara de sus enfermedades. ¿De dónde nacían esas palabras que embelesaban a todos? ¿De dónde provenía ese poder que los sanaba y liberaba? Toda esta sabiduría y todo este poder venían de una sola fuente: los ratos gastados en la oración.
Dicen que los atormentados por espíritus inmundos quedaban curados y que la gente trataba de tocarlo, porque salía de Él una fuerza que los curaba a todos. ¿Queremos ser sanados de nuestras enfermedades físicas y espirituales? ¿Necesitamos recibir la fuerza del Espíritu Santo para salir adelante en medio de las circunstancias difíciles que se nos presentan? ¿Queremos conocer lo que el Señor quiere y espera de nosotros? Acudamos frecuentemente a la oración y allí encontraremos la sabiduría, la fuerza y las respuestas que necesitamos para tener una vida fecunda y feliz.
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