• Primera lectura. Gál Gál 2,1-2.7-14: “Dios me ha encargado anunciar el Evangelio a los gentiles”.
  • Salmo responsorial. 116,1.2: “Vayan al mundo entero y proclamen el Evangelio”.
  • Evangelio. Lc 11,1-4: “Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos”.

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En la primera lectura, San Pablo narra su viaje a Jerusalén y su encuentro con los líderes de la iglesia primitiva, como Pedro, Santiago y Juan. Este encuentro es crucial porque Pablo defiende la libertad del Evangelio y la inclusión de los gentiles en la comunidad cristiana sin la necesidad de seguir las leyes judías.

Una de las reflexiones más profundas que podemos extraer de este pasaje es la importancia de la unidad. Pablo enfatiza que la salvación no se basa solo en las obras de la ley, sino más bien en la fe en Jesucristo. Esto nos invita a considerar cómo en nuestras comunidades a menudo enfrentamos tensiones entre diferentes tradiciones y prácticas, y esta carta a los Gálatas nos recuerda que, a pesar de nuestras diferencias, todos somos parte del mismo cuerpo de Cristo y estamos llamados a vivir en unidad.

Además, el pasaje también aborda el tema de la autenticidad y la valentía en la fe. Pablo no duda en confrontar a Pedro cuando este se aparta de la verdad del Evangelio por miedo a la opinión de otros. Esto nos enseña la importancia de ser coherentes con nuestras creencias y de tener el valor de defender lo que es correcto, incluso cuando es difícil; recordemos que la valentía en nuestra fe nos desafía a vivir de manera auténtica y a ser defensores del Evangelio, promoviendo un ambiente donde todos se sientan bienvenidos, valorados y amados por nuestro Dios.

Reflexionemos sobre la esencia del Evangelio. Los discípulos le piden a Jesús que les enseñe a orar. Este momento es significativo porque revela la importancia de la oración en la vida de los seguidores de Cristo. Jesús responde con lo que conocemos como el «Padre Nuestro», una oración que encapsula la esencia de la relación entre Dios y la humanidad.

Una reflexión sobre este pasaje nos invita a considerar varios aspectos. Primero, la humildad de los discípulos al reconocer su necesidad de aprender a orar. Esto nos recuerda que la oración no es solo una práctica, sino un diálogo continuo con Dios que requiere disposición y apertura.

En segundo lugar, el contenido de la oración que Jesús enseña es fundamental. Nos muestra que debemos reconocer a Dios como nuestro Padre, lo que implica una relación cercana y de confianza. Al pedir que se haga su voluntad y que se provea nuestro pan diario, se nos enseña a depender de Dios y a buscar su guía en nuestras vidas.

Finalmente, la inclusión de la petición de perdón y la necesidad de perdonar a los demás resalta la importancia de la reconciliación y la comunidad en nuestra vida espiritual. La oración no solo es un acto individual, sino que también tiene un impacto en nuestras relaciones con los demás.

¡Oren, oren, oren! hasta el cansancio, porque las bendiciones de lo alto no tardarán en hacerse presentes.

(Guía Mensual)

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