Memoria Obligatoria: Santa Teresa del Niño Jesús, Virgen y Doctora de la Iglesia
Martes, 1 de octubre del 2024
- Primera lectura. Job 3,1-3.11-17.20-23: “¡Muera el día en que nací, la noche que dijo: “Se ha concebido un varón!”.
- Salmo responsorial. 87,2-3.4-5.6.7-8: “Llegue, Señor, hasta ti mi súplica”.
- Evangelio. Lc 9, 51-56:“Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén”.
Color: BLANCO
“Para nuestro Señor todos somos iguales”
¿Quién era Job? Un hombre temeroso de Dios y apartado del mal. Con una bonita familia compuesta por siete hijos y tres hijas, con numerosos amigos y un personal que le servía en las necesidades de su casa; poseía animales, pues era un próspero ganadero. Un hombre lleno de bendiciones materiales y espirituales. Como decimos: le iba muy bien.
Le llegó la hora de la prueba, lo perdió todo, sus hijos fallecieron, su fortuna desapareció, una verdadera prueba de las que muchas veces se nos presentan en la vida. En esos momentos de angustia, este hombre temeroso de Dios deseó no haber nacido y se preguntó por qué no murió al salir del vientre de su madre. Su sufrimiento fue tan grande que se hizo una serie de preguntas: ¿por qué su madre salió embarazada?, ¿por qué fue cargado al nacer y colocado encima del vientre de su madre y amamantado, si le esperaba tanto sufrimiento y amargura?
En ocasiones a nuestras vidas se presentan pruebas difíciles, como la muerte de familiares, pérdida de empleo, enfermedades catastróficas (como el cáncer), problemas económicos. Estas situaciones hacen dudar de la presencia de Dios en nuestras vidas. Nuestra fe se tambalea.
Pidamos a Dios que en esos momentos desagradables, que nos quitan la paz y nos llevan a preguntarnos ¿por qué me tiene que suceder a mí?, nuestro Creador y Rey nos permita ver cuál es Su propósito en nuestras vidas, y qué Él nos quiere decir en medio de las pruebas. Oremos al Señor con el Salmo 87, a propósito del Año de la Oración. Solo con oración podemos ver el propósito de Dios en nuestras vidas.
El Evangelio de hoy nos habla del envió de los apóstoles Santiago y Juan a Jerusalén. Allí se detuvieron en una aldea de Samaria para prepararle alojamiento, los samaritanos al enterarse que se dirigían a Jerusalén, no le permitieron el hospedaje. Como sabemos los samaritanos y judíos no tenían buena relación, tenían diferencias religiosas. Al ver esta situación los discípulos de Jesús, Santiago y Juan le preguntaron a su maestro “¿quieres que mandemos bajar fuego del cielo que acabe con ellos?”. Ante esa actitud de sus discípulos Jesús les regaña y se marcharon a otra aldea.
Este Evangelio nos muestra lo que hay en el corazón de Jesús y en el de sus discípulos. Jesús sabía de las diferencias entre judíos y samaritanos y aunque no estaba de acuerdo con las creencias de los samaritanos no tenía prejuicios. Para nuestro Señor todos somos iguales sin importar creencias, nivel cultural, económico, raza; porque en su corazón hay amor, misericordia, perdón y la unión de todos los seres humanos.
Ante esta propuesta agresiva de estos apóstoles, Jesús prefiere seguir su camino y descansar en otro lugar. Pero Santiago y Juan Actuaron ante esta situación como paganos, como hombres naturales, no como hombres de Dios lleno de su Espíritu Santo.
¿Cómo actuamos nosotros cuando tenemos diferencias de criterios religiosos, políticos, etc.? ¿Queremos imponer nuestro criterio a como dé lugar? ¿o actuamos cómo persona de Dios, llena de su Espíritu Santo, siendo tolerantes cuando no estamos de acuerdo con el pensar o sentir del otro?
Para actuar en la vida como hombres de Dios, lleno de Espíritu, necesitamos oraciones constantes, oraciones personales y oraciones comunitarias.
(Guía Mensual)
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Gracias San Jerónimo por la traducción de las Sagradas Escrituras
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