Feria o Memoria Libre: San Francisco de Borja, Presbítero
Jueves, 3 de octubre del 2024
- Primera lectura. Job 19,21-27: ¡Ojalá se escribieran mis palabras, ojalá se grabaran en cobre; con cincel de hierro y en plomo se escribieran para siempre en la roca!”.
- Salmo responsorial. 26,7-8a.8b-9abc.13-14: “Espero gozar de la dicha del Señor en el país de la vida”.
- Evangelio. Lc 10,1-12: “¡Pónganse en camino! Miren que les mando como corderos en medio de lobos”.
Color: VERDE o BLANCO
“¡Pónganse en camino!”
Recién iniciamos el mes de octubre, que es el mes de la misión y el mes del Rosario. Nuestra Madre Celestial es el mayor ejemplo de misionera que podemos tener: aceptó la misión de ser la madre de nuestro Señor Jesucristo, salió al encuentro de su prima Isabel en disposición de servirle siendo portadora de la presencia viva de Jesús, quien en el Evangelio de hoy vuelve a hacernos el llamado para que nos pongamos en camino y salgamos a proclamar el anuncio de que Jesucristo está vivo, y, a “…hacer la invitación a la conversión y a la fe en nuestro Señor vivo y resucitado, salvador personal y de todos, y, Señor de la historia”.
Las palabras que recoge el Evangelio de hoy son una evidencia de lo consciente que estaba Jesús en cuanto a las limitaciones que habría para la proclamación del anuncio del mensaje de salvación, los mensajeros y proclamadores del mensaje de salvación se iban a escasear: «La mies es abundante y los obreros pocos; rueguen, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies. ¡Pónganse en camino!».
No obstante, nuestro Señor animó a esos setenta y dos, y hoy también nos anima a nosotros a salir a proclamar la Buena Nueva. La misión que el Señor nos encomienda es permanente, mantengámonos haciendo el trabajo que el mismo Jesucristo nos ha encomendado; pongámonos en camino para llevar el mensaje de salvación en todo tiempo, lugar y circunstancia. Nos conceda el Señor la gracia que nuestra vida sea testimonio de misión evangelizadora, con la fe puesta en Jesucristo, independientemente de las situaciones que podamos enfrentar, en buenas o malas digamos como Job, «… después que me arranquen la piel, ya sin carne, veré a Dios; yo mismo lo veré y no otro, mis propios ojos lo verán. ¡Desfallezco de ansias en mi pecho!»
Este llamado a la misión también nos invita a reflexionar sobre nuestra propia vida y nuestra disposición a seguir el ejemplo de María y los primeros discípulos. Al comprometernos a ser instrumentos de la misión, estamos llamados a vivir una vida de autenticidad cristiana, donde nuestras acciones y palabras reflejen la luz de Cristo en un mundo que a menudo se encuentra en oscuridad y confusión.
La misión no es solo una tarea, sino una vocación que nos transforma y nos une en la comunidad de fe. Al unirnos a esta misión, renovamos nuestro compromiso con la evangelización y con el fortalecimiento de la comunidad cristiana, sabiendo que, en cada pequeño acto de amor y servicio, estamos participando en la gran obra de redención que Cristo inició y continúa realizando a través de nosotros. Que este mes nos inspire a ser valientes en nuestra misión, a perseverar en la oración y a actuar con fervor en la proclamación de la verdad y la esperanza que tenemos en Jesús.
(Guía Mensual)
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