(Memoria Obligatoria: San Andrés Kim Taegon, Presbítero y San Pablo Chong Hasang y Compañeros Mártires)
Miércoles, 20 de septiembre del 2023
Color: ROJO
- Primera Lectura. I Tim 3, 14-16: “Quiero que sepas cómo hay que conducirse en un templo de Dios”.
- Salmo Responsorial. 110, 1-2.3-4.5-6 “Grandes son las obras del Señor”.
- Evangelio. Lc 7, 31-35: “Sin embargo, los discípulos de la Sabiduría le han dado la razón”.
“La comunicación y el diálogo en la familia siguen siendo un reto”
Después de haber hecho el elogio de Juan Bautista, Jesús decía a la gente: ¿Con quién compararé a los hombres de esta generación? y ¿a quién se parecen? Sabemos que el término “esa generación” se refiere a los cuarenta años en el desierto del Sinaí que no quiso seguir al Señor, a pesar de las maravillas que fue testigo (Salmo 96,10). Se parecen a los chiquillos que, jugando, sentados en la plaza, se gritan unos a otros diciendo: les hemos tocado música alegre, y no han bailado. Hemos entonado música triste y no han llorado. ¿Qué hacer para que termine tal ridícula obstinación?
En esta era de la comunicación podemos decir también nosotros: te hemos dado la Internet y en qué lo has usado. Ha llegado el celular a todas las familias y para qué les ha servido. La comunicación y el diálogo en la familia siguen siendo un reto. Todo es gracia, si se emplea para acercarse unos a otros.
Juan Bautista era el predicador y el hombre austero; predicaba la penitencia, y por su estilo de vida solitaria era un verdadero ermitaño. Jesús tenía otra manera de predicar y de vivir: las comidas, el compartir tenían gran importancia en su vida, comía y bebía normalmente: Anunciaba el Reino de Dios como un banquete mesiánico. Jesús era amigo de los pecadores. Y celebraba un banquete cuando volvían a su amistad.
Hoy celebramos los santos mártires de Corea (1839 a 1846). La vida y narración del martirio de estos santos es semejante a la de los primeros cristianos en Roma.
Algunos laicos introdujeron la fe cristiana en Corea en el siglo diecisiete y formaron una vigorosa comunidad que se mantuvo firme y organizada, sin la presencia de sacerdotes hasta dos siglos después. De esta comunidad cristiana brotaron, durante tres épocas de persecución, 103 mártires, de entre los cuales destacan Andrés Kim Taegon, primer sacerdote y celoso pastor, y Pablo Chong Hasang, laico. Los demás eran laicos de todas clases y estados, jóvenes y mayores, que con su muerte sembraron a manos llenas el pujante desarrollo de la Iglesia en Corea. «Por salvar las almas de muchos, no hemos vacilado andar una distancia de diez millares de Kilómetros. Denunciar a nuestras gentes, y hacerles daño, olvidando los diez mandamientos, no lo haremos jamás, preferimos morir”. Aquel mismo día 15 de septiembre recibieron la primera paliza, con bastones. Otra nueva les esperaba, después de un interrogatorio similar, el día 16. Por fin, el día 21 tuvo lugar el suplicio final. Les desnudaron hasta la cintura, y les asaetearon cruelmente, les colmaron de heridas y, por fin, los rociaron de cal viva. Al poco tiempo, los tres habían muerto. Antes y después iban a perecer en aquella misma persecución otros muchos cristianos. La sangre de los mártires es Semilla de creyentes.
(Guía Litúrgica)
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