Memoria Libre: Santa Teresa Benedicta de la Cruz, Virgen y Mártir
Viernes, 9 de agosto del 2024
Homilía: XIX Domingo. Tiempo Ordinario. Ciclo B
Color: VERDE o ROJO
- Primera Lectura. Nah 1, 15;2,2;3,1-3.6-7: “Porque el Señor restaura la gloria de Jacob y la gloria de Israel”.
- Salmo Responsorial. Dt 32, 35cd-36ab39abcd.41: “Yo doy la muerte y la vida”
- Evangelio. Mt 16, 24-28: “¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida?”.
“La vida sólo se gana entregándola, en el servicio y el compartir”
Hoy celebramos la memoria de Santa Teresa Benedicta de la Cruz, que nació en el seno de una familia judía y pasó por una etapa de ateísmo. Estudiante de filosofía, fue la primera mujer que presentó una tesis en esta disciplina en Alemania. Continuó su carrera a la vez que trabajaba como colaboradora del filósofo alemán Edmund Husserl, fundador de la fenomenología. Una larga evolución intelectual y espiritual la condujo al catolicismo, al que se convirtió en 1921. A lo largo de ese periodo leyó y estudió los Ejercicios espirituales de san Ignacio de Loyola, la Escuela del cristianismo de Kierkegaard y las Confesiones de san Agustín.
Las palabras de Jesús en el Evangelio son iluminadoras: «El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Si uno quiere salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mí la encontrará. ¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida? ¿O qué podrá dar para recobrarla?», estas palabras las hizo suyas Edith Stein, hoy conocida como Santa Teresa Benedicta de la Cruz, para dejar atrás la fe de sus padres y su familia y llegar a los pies del Salvador.
Hoy, el Evangelio nos emplaza claramente frente al mundo. Es radical en su planteamiento, no admite medias tintas. Jesús no esconde ni ablanda las exigencias a sus discípulos. El evangelio de hoy explicita estas exigencias para todos nosotros. La Cruz no es fatalismo, ni exigencia del Padre. El símbolo de la Cruz y el tomarla puede ser locura o fracaso para algunos modernos del siglo XXI, pero coherencia o gloria para los que sencillamente asumen la cruz. La Cruz es consecuencia del compromiso libremente asumido. No podremos encontrar a Dios, ni amarlo, si no aceptamos ni nos esforzamos, por seguir el camino de Jesús; un camino que implica, dejar nuestras indiferencias, egoísmos e insensibilidades por los débiles. No podemos dejar fuera de nuestro proyecto de vida lo que Jesús nos dio como ejemplo con su desprendimiento y su servicio a todos. La vida sólo se gana entregándola, en el servicio y el compartir. Jesús nos pide un seguimiento dinámico y generoso, y ese es el secreto para ganar la vida.
Hoy se nos invita a revisar nuestro afán y/o proyecto de vida personal a la luz de lo que Jesús nos señala. ¿Qué cruz es la que estamos invitados a compartir con Jesús para seguirlo en este siglo 21, sin mirar atrás?
(Guía Litúrgica)
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