Fiesta: La Transfiguración del Señor

6 de agosto del 2023. II Semana del Salterio

  • Primera lectura: Dn 7, 9-10.13-14: Su vestido era blanco como la nieve.
  • Salmo Responsorial: 96, 1-2.5-6.9: El Señor reina, altísimo sobre toda la tierra.
  • Segunda lectura: 2 Pe 1, 16-19: Esta voz venida del cielo la oímos nosotros.
  • Evangelio: Mt 17,1-9: Éste es mi Hijo, el amado, mi predilecto. Escúchenlo.

Color: BLANCO

CONFIGURADOS Y SALVADOS

Por P. Wilkin Castillo, San Juan de la Maguana

Hoy tenemos la oportunidad de encontrarnos celebrando el Domingo Décimo Octavo (XVIII) del Tiempo Ordinario, Fiesta de la Transfiguración del Señor. La invitación es a descubrir en nuestra vida de fe a ese Jesús lleno de luz y de bondad desbordante para cada uno de nosotros, hijos predilectos y especiales de su rebaño.

Por su parte el Evangelio nos dice: “En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan y se los llevó aparte a una montaña alta”. El apartarse a una montaña alta en el ambiente cristiano es símbolo de encuentro con Dios y señal preclara de un deseo profundo de fortalecer la espiritualidad que  llevamos en nuestro interior.

“Se transfiguró delante de ellos, y su rostro resplandecía como el sol, y sus vestidos se volvieron blancos como la luz”. La transfiguración en Jesús fue un momento especialísimo donde la parte temporal y eterna en él se fusionaron y se manifestaron provocando un puente entre el cielo y la tierra como una oportunidad salvífica para todos.

 “Se les aparecieron Moisés y Elías conversando con él”. Esta imagen es rica en matices y en significados, pues recordemos que Moisés en el Antiguo Testamento simboliza la ley y Elías simboliza los profetas, es decir, que ni la ley ni los profetas superan ni están por encima de Jesús, él viene a ser ese compendio apretado y fundamental que contiene la ley y los profetas y que los supera con mucho.

Pedro, entonces, tomó la palabra y dijo a Jesús: “Señor, ¡qué bien se está aquí! Si quieres, haré tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías”. Pedro manifiesta aquí en esta ocasión también su carácter extrovertido al expresar que haría tres tiendas. Cuando él habla de tiendas se entiendo en el lenguaje bíblico que se está refiriendo a un lugar o morada, una para cada personaje presente.

“Todavía estaba hablando cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra, y una voz desde la nube decía: “Éste es mi Hijo, el amado, mi predilecto. Escúchenlo”. La nube en los escritos bíblicos simboliza la presencia y manifestación divina y gloriosa de Dios, ese Dios confirma su amor sin límites para su hijo, en ese mismo orden nos hace una invitación puntual e imperativa para que les escuchemos a él.

 Al oírlo, los discípulos cayeron de bruces, llenos de espanto. Jesús se acercó y, tocándolos, les dijo: “Levántense, no teman”. Fue tan impactante para los amigos de Jesús esa experiencia inusual que se llenaron de miedo a lo que el Maestro sale a su encuentro, se acerca los toca y les invita a levantarse y a no tener miedo. Hoy también a nosotros nos llama, nos ama y nos envía.

 Al alzar los ojos, no vieron a nadie más que a Jesús, solo. Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó: “No cuenten a nadie la visión hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos”.

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