Memoria Obligatoria: San Juan María Vianney, Presbítero
En la República Dominicana: Memoria Obligatoria: Santo Domingo de Guzmán, Presbítero y Doctor de la Iglesia
Viernes, 4 de agosto del 2023
Color: BLANCO
- Primera Lectura. Lev 23, 1.4-11.15-16.27.34b-37: “El día catorce del primer mes, al atardecer, es la fiesta de la Pascua del Señor”.
- Salmo Responsorial. 80, 3-4.5-6ab.10-11ab: “Aclamen a Dios nuestra fuerza”.
- Evangelio. Mt 13, 54-58: “Un profeta no es despreciado más que en su patria y en su casa». Y no hizo muchos milagros allí porque les faltaba fe”.
“Jesús, el Señor, quiso hacerse semejante a todos los trabajadores”
“Nadie es profeta en su tierra”, estas palabras se entienden perfectamente, leyendo el evangelio para hoy. Qué entendimiento tan limitado tenían aquellos que sólo veían, pero no escuchaban en su interior a Jesús. Por ello, sólo reconocían al hijo de José y María, al carpintero de Nazaret. Teniendo frente a ellos al Salvador no lo veían, ante sus ojos estaba el Señor y no lo reconocían.
No es posible desconocer la sublimidad del misterio. Es significativo e impresionante lo que se lee de los pobladores de Nazaret, entre los que Jesús se encontraba. Ellos no sólo se admiraban de su doctrina y de sus obras, sino que además “se escandalizaban de Él”, o sea, hablaban de Él y lo trataban con desconfianza y hostilidad, como persona no grata, como alguien a quien no se le considera digno de ser escuchado y seguido.
Los habitantes de Nazaret conocen a Jesús como «el carpintero» o -según otra lectura- «el hijo del carpintero». Jesús, el Señor, quiso hacerse semejante a todos los trabajadores, a nosotros, que estamos dedicados a un trabajo duro y fatigoso. El cristiano ha de contemplar con los ojos de la fe su propio trabajo. En él puede descubrir un horizonte de grandeza para la propia vida; a medida que ponemos en práctica el evangelio, comprenderemos que nuestra tarea habitual, en el campo, en las escuelas, en las empresas, allá donde desarrollemos nuestra actividad laboral, nos conduce a la plenitud de nuestro existir cuando sabemos convertirla en ofrenda grata a Dios.
No reconocer a Jesús en los hermanos, puede ser un pecado de los cristianos de hoy; es estar cerrados a que Dios actúa como quiere y donde quiere, que no debemos juzgar altivamente a los demás, porque son nuestros hermanos y debemos reconocer a Cristo en todos, especialmente en los más necesitados y marginados de nuestra sociedad.
Oración: Señor, que nunca nos escandalicemos de Ti, que te descubramos en nuestras vidas como hermano y salvador. Que tu humildad no nos confunda y que seas siempre nuestro profeta de vida y misericordia. Amén.
(Guía Litúrgica)
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