• Primera lectura: Jr 23, 1-6: Le darán este nombre: El Señor, nuestra defensa.
  • Salmo Responsorial: 22: Habitaré en la casa del Señor por años sin término.
  • Segunda lectura: Ef 2, 13-18: Unidos en un solo cuerpo, nos reconcilió con Dios.
  • Evangelio: Mc 6, 30-34: Vengan a descansar un poco.

Color: VERDE

Neptalí Díaz Villán

Como ovejas sin pastor: Los contextos de las lecturas de hoy son diferentes, pero, al mismo tiempo muy similares por la situación del pueblo. Con Jeremías lo más posible, según los estudios, es que se trate de la primera deportación, ocurrida en tiempos del Rey Joaquín, quien con su política desatinada abrió un espacio para la intervención de Babilonia. Ésto generó desorden, desorientación, sufrimiento y dispersión.

En el tiempo de Jesús fue la intervención de Roma, que con su política de la pax romana pretendía pacificar el imperio por la fuerza y esclavizar sus colonias de diversas maneras. Roma no estaba sola en su proyecto, la acolitaban las autoridades locales que se servían de la invasión para mantener sus puestos y privilegios. El proyecto romano estaba montado sobre un orden estructural recio, que producía desorden, dolor, sufrimiento, dispersión.

En Israel era clásica la comparación del pueblo con un rebaño, y de los dirigentes, con los pastores. Pero el pueblo no se sentía representado por sus dirigentes pues estos no defendían a su gente, sino a sí mismos. Para definir la crisis y el estado de ánimo del pueblo, el evangelio dice que estaban como ovejas sin pastor.

Hoy vuelve y juega. Nuevos imperios, otros dirigentes, internacionales y locales, con nuevas políticas que manejan con un dedo la aldea global, generan confort, garantías de vida, solidez económica y bienestar general para unos, muy pocos, y miseria para muchos. Hoy también tenemos un orden perfectamente estructurado y fuertemente protegido que genera dispersión.

Hoy sabemos que los dirigentes de los pueblos tienen que obedecer al orden económico internacional. Muchos quisieran hacer algo pero encuentran inmediatamente la amenaza de los grandes dirigentes del mundo y, principalmente de quienes tienen gran influencia en la economía mundial pero muy poca voluntad política para que la situación mejore. Muchas personas se sienten hoy como ovejas sin pastor.

Dios interviene siempre para fortalecer al débil y levantar al caído. El profeta Jeremías reclamó a los malos pastores (gobernantes) quienes por defender únicamente sus intereses, habían propiciado la dispersión. Animó al pueblo disperso para que confiara en la acción eficaz de Dios, quien lo iba a reunir en su tierra para que viviera en ella, fuera fecundo y se multiplicara. Les prometió nuevos pastores y un rey (líder) que, gobernando con sabiduría, implantara la justicia y el derecho. Un verdadero pastor debe gobernar con sabiduría e implantar la justicia y el derecho. Si no es así, no es pastor y se deslegitima completamente.

En nuestros estados democráticos tenemos la responsabilidad de escoger a nuestros “pastores”, por lo menos a nivel político, aunque todavía no a nivel eclesial. Cuando corresponda, es necesario hacerlo a conciencia y buscar entre ellos el que esté realmente preparado desde todo punto de vista y el que tenga verdadera voluntad de servicio, para que sea un buen pastor, no un lobo con piel de oveja.

Higiene mental: No todo en la vida es trabajo, lucha, actividad. Si bien es cierto que somos responsables del desarrollo histórico de la humanidad, necesitamos espacios para el sano esparcimiento, el “ocio terapéutico” y la higiene mental. Los discípulos que habían trabajado fuerte, llegaban de la primera campaña misionera y se reunían con Jesús para compartir experiencias.

“Vengan a un lugar solitario y despoblado y descansen un poco”, les dijo Jesús. Todos necesitamos esos espacios; es algo humano y justo. El trabajador merece su salario y su descanso. El trabajo engrandece al ser humano; cuando se hace con amor y dentro de un marco de justicia y derecho, nos ayuda a comunicar vida, a crecer como personas y a entablar relaciones fraternas y solidarias que nos hacen felices. Pero un trabajo que automatiza y cosifica, utilitarista, efectista y funcionalista, nos deshumaniza y nos hace perder lo más valioso del trabajo.

Jesús fue un buen trabajador, un excelente orador y contador de cuentos. Siempre estuvo cerca del necesitado para darle una mano, para iluminarlo y para ayudarle a encontrar el sentido de su vida. Hizo muy bien su trabajo. Pero él también existía como individuo, como ser personal. Necesitaba alimentación, diversión y descanso. Hoy lo vemos buscando un lugar solitario para compartir con sus amistades, para tener un espacio de intimidad y de encuentro. No quería estar solo porque fuera indiferente al dolor humano o porque quisiera huir del mundo y alejarse de la realidad. Quería, sencillamente, descansar un poco, un momento de solaz y alegría.

Pero ese encuentro fraterno se vio interrumpido por la gente necesitada. Sacrificar el descanso para atender un negocio jugoso es muy común y muy llamativo. Pero no se trataba de gente pudiente; no llegaron en carruajes o a caballo.  Llegaron a pie, caminando. Él había tomado la iniciativa de descansar porque era justo y necesario. Él mismo tomó la iniciativa de interrumpir por un momento su descanso y dar una voz de esperanza a esta gente “de a pie”. No lo hizo movido por un interés económico, no lo hizo para obtener reconocimiento o fama. Lo hizo movido por la compasión. Porque le dolía el dolor humano, porque sentía con el otro.

Los dirigentes político-religiosos vivían demasiado ocupados en sus banquetes, en sus propiedades y en cuidar obsesivamente sus privilegios. Los “legítimos  pastores” sólo pensaban en ellos y por su mezquindad se hacían los principales responsables de la debacle, que hacía sentir a la gente como ovejas sin pastor. Jesús, era un pastor “ilegítimo”, sin autoridad oficial, sin licencia para enseñar; pero movido por la compasión, fue capaz de sacrificar su merecido descanso para atenderlos.

Este hombre no tenía un documento que lo legitimara, no tenía la aprobación del templo o de la sinagoga. Tenía el amor de Dios, la compasión y la misericordia; las obras salvíficas en la vida de las personas. A partir de Jesús la legitimación oficial dejó de ser lo más importante. A partir de Jesús lo que legitima una acción pastoral es sobre todo la compasión con la que se actúa, el cambio, la transformación, la plenitud y la felicidad que genera el ministerio en la vida de las personas.

Necesitamos buenos pastores (líderes sociales políticos, religiosos, etc.) capaces de unificar al pueblo y de buscar con honestidad el crecimiento de las comunidades. Necesitamos una Iglesia bien estructurada sin que la estructura mate la gracia.

Después del Concilio Vaticano II hemos tenido una buena renovación, pero todavía nos hace falta mucho. Necesitamos pasar de una Iglesia jerárquica, piramidal y clerical, regida por varones célibes, a una Iglesia circular de verdadera comunión y participación. Un episcopado y presbiterado vistos no tanto como órdenes sagradas inspiradas directamente por Dios (más que los demás trabajos) sino como ministerios al servicio de la comunidad, en complementariedad armoniosa con los demás ministerios. Necesitamos una Iglesia en la cual sus hijos seamos verdadero pueblo de Dios y, en medio de este mundo disperso, vivamos en unidad y esperanza trabajando por el Reino con todas sus implicaciones.

Oración

Gracias, Padre, porque sabemos que eres nuestro pastor y contigo nada nos faltará. Gracias por los momentos de alegría, de descanso, de gozo, de esparcimiento, en los cuales podemos experimentar tu bendición y la realización de tu plan salvífico. Gracias por el alimento, por las personas que amamos, que nos aman y con las cuales disfrutamos de una sonrisa, de un abrazo, de un beso, de una caricia y de todas las cosas bellas que nos hacen sentir vivos y hacen nuestra vida más bella.

Sabemos que muchas veces pasamos momentos duros, atravesamos cañadas oscuras, situaciones adversas, obstáculos fuertes, amenazas terribles… y tenemos la tentación de sentirnos como ovejas sin pastor. Pero tenemos la posibilidad de volver a ti, de abrirnos a tu gracia y experimentar la fortaleza necesaria, la guía en el camino, la protección y la certeza de que tú nos conduces hacia la plenitud de la vida.

Vemos hoy en nuestro mundo a personas víctimas de la injusticia, del desplazamiento, de la miseria, de la exclusión… que se sienten como ovejas sin pastor. Perdónanos porque algunas veces hemos sido irresponsables con nuestro desarrollo social y hemos elegido a falsos pastores, líderes mezquinos que hacen mucho daño. Perdónanos porque algunas veces hemos actuado con la indiferencia que nos hace cómplices de tanta miseria y dolor, de tanta dispersión que sufren hoy muchos seres humanos.

Te pedimos que nos ayudes a actuar siempre con misericordia, a dar lo mejor de nosotros para construir un mundo justo, incluyente, con mejores oportunidades para todos. Estamos en tus manos porque en tus manos nos sentimos seguros, amados, protegidos y conducidos siempre por buenos caminos. En ti ponemos toda nuestra confianza. Esa confianza que nos hace trabajar con todas nuestras fuerzas, a dar los mejor y a descansar tranquilos porque el trabajo de nuestras manos verá sus frutos. El Señor es mi pastor, nada me faltará. Amén.

XIV Domingo.  Tiempo Ordinario. Ciclo B

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