Domingo, 23 de julio del 2023
IV Semana del Salterio
- Primera lectura: Sab 12,13.16-19: Juzgas con clemencia y gobiernas con misericordia.
- Salmo Responsorial: 85: Tú, Señor, Dios clemente y misericordioso…
- Segunda lectura: Rom 8,26-27: El Espíritu es quien gime en nosotros…
- Evangelio: Mt 13,24-43: Déjenlos crecer juntos hasta la cosecha.
Color: VERDE
“Los seguidores de Jesús no deberíamos buscar aplausos ni pregonar nuestros éxitos”
El Libro de la Sabiduría nos habla de las múltiples cualidades de Dios. Entre ellas están: que Dios juzga con justicia y también con moderación y con indulgencia.
Obrando así, nos enseñó a nosotros que el justo debe ser humano. Debemos ser humanos, es decir, comprensivos y benevolentes cuando juzgamos a los demás, y debemos saber que Dios siempre perdona nuestros pecados cuando nos arrepentimos de corazón. Y en esa misma medida, debemos perdonar al otro. A veces nos cuesta perdonar, pero el Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad, nos dice San Pablo en la segunda lectura, para ayudarnos a superar aquello que nosotros humanamente no podemos, para luchar contra la cizaña en el mundo.
Este domingo continuamos con la lectura de las parábolas del Reino que iniciamos el domingo pasado con la parábola del sembrador. En esta ocasión son tres las comparaciones que Jesús hace del Reino (el trigo y la cizaña, el grano de mostaza y la levadura) y en todas ellas se pone de manifiesto el estilo de actuación de Dios y que nosotros, sus seguidores, deberíamos imitar.
En la parábola del trigo y la cizaña, Jesús aborda aquí la coexistencia del bien y del mal en este mundo, o sea, la coexistencia de los buenos y los malos. A Dios no le gusta que haya cizaña, ni que triunfen los «corruptos y malvados». Pero tampoco quiere suprimirlos con una intervención drástica. Como dice el Libro de la Sabiduría, aunque Dios es todopoderoso, y lo podría hacer, no castiga al malo: «tu soberanía universal te hace perdonar a todos», «juzgas con moderación y nos gobiernas con gran indulgencia».
Jesús quiere que se deje el juicio y la separación para el día final, sin precipitarse. El Juez es Dios, y es Él quien hará justicia. Nosotros no tenemos esa misión. Lo nuestro es seguir trabajando, sin perder la paciencia ni la esperanza, respetando la libertad de las personas, dándoles un voto de confianza, no vaya a ser que, queriendo arrancar lo malo, arranquemos también las posibilidades de bien que tienen todos, también los que consideramos malos.
Con las parábolas del grano de mostaza, una semilla pequeñita que da origen a un arbusto bastante grande y la de la levadura, que, a pesar de su pequeño volumen, tiene capacidad de hacer fermentar toda la masa de harina, Jesús pone de manifiesto la fuerza interior que tienen el Evangelio y la Palabra de Dios, capaces de transformar el universo. Sin violencia, sin hacer ruido, sin tanto espectáculo.
Los creyentes en Jesús también deberíamos seguir un estilo de actuación parecido, no basado ni en el poder, ni en el prestigio, ni en la organización admirable de las instituciones, ni en las estadísticas triunfalistas. Los seguidores de Jesús no deberíamos buscar aplausos ni pregonar nuestros éxitos, ni querer ser protagonistas. Antes bien, debemos tener confianza en Él. Es Él quien hará brotar y crecer el Reino, aunque haya empezado de una forma tan sencilla y humilde.
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