Jueves, 17 de agosto del 2023

Color: VERDE o BLANCO

  • Primera Lectura. Jos 3, 7-10a.11.13-17: “Hoy empezaré a engrandecerte ante todo Israel, para que vean que estoy contigo como estuve con Moisés”.
  • Salmo Responsorial. 113A, 1-2.3-4.5-6: “Aleluya”.
  • Evangelio. Mt 18, 21-19, 1: “No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete”.

“El perdón es una manera de vivir auténticamente nuestra fe cristiana”

Según el evangelista Mateo, Pedro se acercó a Jesús y le dijo: «Señor, ¿cuántas veces tengo que perdonar las ofensas que me haga mi hermano? ¿Hasta siete veces?» Jesús le dijo: «No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete» (Mt 18, 21-22). Jesús no nos está dando una lección de matemáticas, sino una lección de amor y de corazón sensible.

San Juan Pablo II dio al mundo uno de los más grandes ejemplos de perdón cuando en 1982, después (de) que atentaran contra su vida, fue a visitar a Ali Agca para ofrecerle su perdón. Perdonar a quien intentó asesinarle es todo un testimonio del seguimiento de Cristo.

Jesús no pone límites a la hora de olvidar las ofensas. Además, nos dejó un sacramento, el de la Penitencia, para borrar los pecados que cometiésemos contra Él, contra Dios. De ahí sacamos una lección de misericordia y de amor. Dios no se deja ganar en generosidad, y no sólo nos perdona una o dos faltas, sino todos los pecados por graves que éstos sean. Así como Dios perdona, así como el Papa perdonó, igualmente debemos hacer nosotros con todos aquellos que nos ofenden. Perdonar es vivir la caridad. Aunque nos cueste humanamente y se conmuevan nuestros sentimientos y pasiones, es la mejor manera de manifestar nuestra correspondencia al amor de Dios.

El perdón es una manera de vivir auténticamente nuestra fe cristiana, y muy necesario, sobre todo en los ambientes donde reina el odio y la venganza. Dicen que las guerras no se vencen con la fuerza de las armas, sino con el poder del perdón. El perdón es difícil, tanto recibirlo como darlo. A veces perdonamos, pero no olvidamos. Pero para los seguidores de Jesús el perdonar es una realidad vital, es el corazón del evangelio, es un estilo de vida.

Sólo es capaz de perdonar quien tiene grandeza de corazón, y el mejor ejemplo lo encontramos en Jesús, nuestro Señor. Nosotros vamos arrastrando resentimientos que nos oprimen el corazón, que mutilan nuestros sentimientos y que nos incapacitan para el verdadero amor. En la pareja, en la familia, entre los compañeros y amigos, no somos capaces de perdonar los errores como lo hizo Jesús.

El perdón nos beneficia primeramente a nosotros mismos que perdonamos. Para perdonar hace falta amor, mucha humildad, oración y disponibilidad. Es claro, que perdonar no es nada fácil, pero con la gracia de Dios podemos hacerlo. Nuestras heridas sanarán y curarán si ponemos todo en las manos misericordiosa del Padre. No temamos dar el primer paso, en soltar nuestras amarras y rencores, a los pies de Jesús.

Oración: Señor, ayúdanos a perdonar y saber pedir perdón, que reconciliados contigo y con nuestros hermanos, hagamos de la Iglesia la casa de la misericordia, y la honestidad nos fortalezca para vivir en comunidad. Amén.

(Guía Litúrgica)

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