Memoria Libre: San Agustín Zhao Rong, Presbítero y Compañeros Mártires
Martes, 9 de julio del 2024
Color: VERDE o ROJO
- Primera Lectura. Os 8, 4-7.11-13: “Efraín multiplicó sus altares para pecar, para pecar le sirvieron sus altares”.
- Salmo Responsorial. 113b, 3-4.5-6.7-8.9-10: “Israel confía en el Señor”.
- Evangelio. Mt, 9, 32-38:“La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos; rueguen, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies”.
“El Señor nos convoca a ser parte activa de su misión”
Hoy, el profeta Oseas nos transmite la reprobación de Dios hacia el pueblo de Israel por haber elegido a un rey y príncipes sin buscar su aprobación. Esta narrativa nos invita a reflexionar sobre nuestras propias decisiones, especialmente aquellas tomadas sin considerar la dirección divina. ¿No es acaso una muestra de desconfianza hacia el plan perfecto que Dios tiene para nosotros, un plan que solo Él, con amor infinito y sabiduría, puede trazar?
Oseas también denuncia la idolatría del pueblo, señalando su devoción a ídolos de plata y oro, sustitutos inertes y vacíos de la verdadera divinidad. Nos hace cuestionar nuestros propios ídolos modernos: dinero, poder, apariencia, lujos, entre otros vicios. Este es un llamado a la introspección, a identificar y desmantelar esas falsas devociones con la ayuda del Espíritu Santo.
La idolatría, según Oseas, no es solo un pecado del pasado. Es un camino hacia la muerte espiritual, un alejamiento de la presencia de Dios que nos expone a peligros eternos. Un ídolo, al ocupar el lugar reservado a Dios, nos impide cumplir con el resto de sus mandamientos. La vida cristiana exige una voluntad firme para rechazar todo lo que obstaculiza nuestro amor y devoción a Dios.
El Evangelio nos muestra a Jesús liberando a un hombre poseído y mudo, evidenciando el poder divino sobre el mal. A pesar de las acusaciones de los fariseos, que atribuyen a Jesús una alianza con el mal, su misión de sanar y proclamar el Evangelio continúa inalterable, lleno de compasión por la humanidad.
Jesús, recorriendo ciudades y aldeas, se enfrenta al agotamiento físico, pero su determinación por hacer el bien y llevar la buena noticia es incansable. Hoy, nos recuerda la abundancia de la cosecha y la escasez de obreros. El Señor nos convoca a ser parte activa de su misión, uniendo nuestras oraciones por la unidad de la Iglesia, el surgimiento de vocaciones y el compromiso laico en la evangelización y el servicio por amor.
Este mensaje es una invitación a mirar hacia nuestro interior, reconociendo y despojándonos de los ídolos que nos apartan de Dios, y a asumir, con renovado vigor, nuestra vocación de seguidores de Cristo, dispuestos a servir y evangelizar en un mundo que clama por amor y verdad.
(Guía Litúrgica)
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