Viernes, 7 de julio del 2023

Color: VERDE

  • Primera Lectura. Gn 23,1-4.19;24,1-8.62-67: “Isaac la metió en la tienda de su madre Sara, la tomó por esposa y con su amor se consoló de la muerte de su madre”.
  • Salmo Responsorial. 105, 1-2.3-4a.4b-5: “Den gracias al Señor, porque es bueno”.
  • Evangelio. Mt 9, 9-13: “No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos”.

“No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores”

Hemos escuchado la narración del entierro de Sara y las orientaciones que da Abrahán a su siervo respecto de la futura esposa de su hijo Isaac. Abrahán compra un pedazo de tierra para enterrar a su mujer Sara. Hasta ahora no poseía nada de ese territorio que Dios le había prometido.

Abrahán recomienda muy estrictamente a su servidor que encuentre una mujer para su hijo. Eliezer, el siervo de Abrahán, sale en busca de una esposa para el joven Isaac. El encargo es que no sea de familia cananea, es decir, extraña al pueblo de Abrahán, y que Isaac no vuelva en ningún caso a la tierra de la que él provenía. Según costumbre de aquel tiempo, debía pertenecer al mismo clan; los israelitas no se casaban con una extranjera, porque la transmisión de la fe y de la promesa estaba en juego. Un día, sin esperarlo ni buscarlo, aparece Rebeca, de una familia emparentada con Abrahán. Será la mujer que Isaac ama y toma por esposa.

Es admirable cómo Dios va conduciendo la historia del pueblo que ha elegido como suyo. Por eso no hay que desesperar, sino esperar. El tiempo de Dios es perfecto. Abrahán nos resulta un magnífico modelo de fe y de confianza en Dios para los que intentamos ser buenos creyentes en el mundo de hoy, y trabajamos para que se cumplan los planes de Dios con nuestro esfuerzo de evangelización y testimonio.

Aprendamos de Abrahán también la lección que nos da en la búsqueda de esposa para su hijo, que garantice la transmisión de la fe. Él no vuelve atrás: es una persona que siempre camina hacia delante, siguiendo las indicaciones de Dios. Su hijo no puede volver al país -pagano- de donde provenían. Es el hijo de la promesa. También él debe mirar al futuro.

El Evangelio nos habla de la vocación de Mateo. La llamada de Mateo es muy peculiar: Jesús elige a un publicano, o sea, a un recaudador de impuestos al servicio de Roma, y, como todos los publicanos, con muy mala fama entre el pueblo. Jesús le da un voto de confianza. Mateo le sigue inmediatamente, dejándolo todo, y le ofrece en su casa una buena comida a la que también invita a otros publicanos, con gran escándalo de los que se consideran «buenos». Será la ocasión para que Jesús pueda expresar su intención: «no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores».

Y nosotros… ¿Somos buenos discípulos de Jesús en esta actitud de tolerancia y de confianza con los demás? ¿Hubiéramos sido capaces de incorporar a un publicano al grupo de los apóstoles, si hubiera dependido de nosotros? ¿O nos vemos más bien retratados en los fariseos que murmuran, porque trata así a los pecadores? La tentación de los buenos ha sido, en todos los tiempos, la de creerse santos y mejores que los demás, y estar siempre prestos a la crítica y a la intransigencia.

¿Acogemos a los alejados y a los «pecadores», juzgándoles no por su fama, sino por la actitud de fe y riqueza espiritual que pueden tener a pesar de las apariencias? Jesús no sólo acogió a Mateo, sino que lo hizo su apóstol. Y Mateo respondió perfectamente. Tenemos que aprender a tener un corazón acogedor, como el de Jesús, siempre dispuesto a perdonar, ser tolerantes, comprensivos, misericordiosos.

(Guía Litúrgica)

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Liturgia del XIV Domingo. 9 de julio del 2023

Lecturas: «La fe es el saber de los sencillos»

Moniciones: «La fe es el saber de los sencillos»

Homilía-1: “Vengan a mí los que estén fatigados y agobiados, y yo los aliviaré”

Homilía-2: Uno mismo se margina

Homilía-3: Darwinismo social