(Feria o Memoria Libre: Santa Isabel de Portugal)
Lunes, 3 de julio del 2023
Color: VERDE o BLANCO
- Primera Lectura. Gn 19, 15-29: “Ponte a salvo; no mires atrás. No te detengas en la vega”.
- Salmo Responsorial. 25, 2-3.9-10.11-12: “Tengo ante los ojos, Señor, tu bondad”.
- Evangelio. Mt 8, 23-27: “¿Quién es éste? ¡Hasta el viento y el agua le obedecen!”.
“No tengan miedo”
La primera lectura de hoy nos relata el castigo de las ciudades de Sodoma y Gomorra como consecuencia de la corrupción y pecado en el que vivían sus habitantes. La desobediencia, la pérdida de valores y la maldad los llevó al abismo. La desobediencia de la mujer de Lot también tiene consecuencias, por no hacer caso a las palabras del ángel, se convierte en una estatua de sal.
Si queremos salvarnos debemos abandonar Sodoma, nuestra particular vida de pecado o de vida superficial. A Lot y a su familia les costó decidirse. Se tuvieron que poner fuertes los ángeles enviados por Dios, porque no estaban convencidos (de) que necesitaban ser salvados. La mujer cayó en la tentación de mirar atrás. Siempre nos tienta la comodidad, la costumbre, la inercia, el mantenernos en nuestra zona de confort. El mismo Jesús nos dio el aviso, invitándonos a la fidelidad y a la decisión: «Acuérdense de la mujer de Lot. Quien intente guardar su vida, la perderá; y quien la pierda, la conservará» (Lc 17, 32-33).
Estamos en medio de un mundo que, ciertamente, no nos ayuda a vivir como cristianos, sin llegar siempre a la depravación moral de Sodoma, y sus criterios van a menudo en dirección contraria al Evangelio.
En nuestra lucha contra el mal y en nuestro seguimiento de Cristo, deberíamos ser más decididos. Jesús nos advirtió más de una vez que no miráramos atrás: «nadie que pone su mano en el arado y vuelve la vista atrás, es apto para el Reino de Dios» (Lc 9, 62). En este mismo sentido va el texto evangélico para hoy cuando Jesús dice a sus discípulos que “no tengan miedo”. No tengamos miedo a seguirle, no tengamos miedo a denunciar y rechazar el mal imperante en nuestro derredor.
El Evangelio nos dice que cuando Jesús subió a la barca, sus discípulos lo siguieron. Pero eso no les libra de sentir temor cuando algunas veces en sus vidas haya tempestades y sustos. Pasa lo mismo en la Iglesia, que, como barca de los apóstoles, ha sufrido perturbaciones de todo tipo y que no pocas veces parece que va a la deriva.
En nuestra vida personal también pasamos por momentos de tribulaciones y temporadas que flaquean nuestras fuerzas. En esos momentos, perturbadores y difíciles, en que todo parece contradictorio, no temamos ni dudemos (de) que Jesús también está ahí.
Pidamos al Señor que aumente nuestra fe y suprima de nosotros todo miedo y temor. La oración nos debe reconducir a la confianza en Dios, que triunfará definitivamente en la lucha contra el mal.
(Guía Litúrgica)
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