Homilía: XIV Domingo.  Tiempo Ordinario. Ciclo B

Color: VERDE o BLANCO

  • Primera Lectura. Am 8, 4-6.9-12: “Disminuyen la medida, aumentan el precio, usan balanzas con trampa, compran por dinero al pobre”.
  • Salmo Responsorial. 118, 2.10.20.30.40.131: “No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”.
  • Evangelio. Mt 9, 9-13: “No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos”.

En el Evangelio de hoy, volvemos a encontrar una referencia a la penetrante mirada de Jesús, capaz de revelar tanto lo que necesita la intervención de su gracia como los aspectos negativos en el corazón de aquellos en quienes se fija. Esta vez, la mirada de Jesús se posa en Mateo, sentado en su puesto de cobro de impuestos, acompañada de una invitación transformadora: “Sígueme”. Esta simple frase encierra un profundo llamado a la libertad, donde Dios nos invita a responder sin coacción, pero con esperanza en nuestro eventual “sí”.

La respuesta de Mateo a este llamado es inmediata y total, evidenciando el poderoso impacto de la voz de Jesús, capaz de ver más allá de los pecados y reconocer el potencial para el cambio y el servicio al Reino en un simple recaudador de impuestos. Mateo, tocado por el amor y la misericordia en la invitación de Jesús, no duda en seguirlo, demostrando que dentro de nosotros existe un deseo intrínseco de ser sanados y transformados por su gracia.

Jesús nos mira con el mismo conocimiento profundo, entendiendo nuestras fragilidades y descubriendo en nuestros corazones el anhelo de ser revestidos por su gracia. Como Mateo, cada uno de nosotros está llamado a responder a esta invitación, a ser parte activa del plan divino, cada uno como un eslabón vital en la cadena de su misión.

La clave está en estar atentos a la llamada de Jesús, que resuena en nuestros corazones, esperando nuestra respuesta de amor y seguimiento incondicional. La fe nos desafía a confiar plenamente en Dios, tal como lo expresó el Cardenal Newman, reconociendo que nuestra existencia misma, en salud o enfermedad, en certeza o duda, incluso en el dolor, tiene un propósito divino. Todo lo que vivimos puede ser usado por Dios de manera significativa.

Nosotros, como Mateo, estamos invitados a confiar en que nunca seremos desechados y que, en cada circunstancia de nuestra vida, podemos servir a Dios. Que esta confianza en su voluntad y su plan para nosotros guíe nuestros pasos hacia el seguimiento fiel de Jesús. ¡Que así sea!

(Guía Litúrgica)

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