• Primera lectura: Gen 3, 9-15: “Oí tu ruido en el jardín y me dio miedo”.
  • Salmo Responsorial: 130(129): “Desde lo hondo a ti grito, Señor”.
  • Segunda lectura: II Cor 4, 13-5,1: “Nuestro interior se renueva cada día”.
  • Evangelio: Mc 3, 20-35: “El pecado contra el Espíritu”.

Color: VERDE

Seguimos avanzando en este Tiempo Ordinario, ya estamos en la décima semana, sigamos viendo nuestra vida espiritual como una oportunidad para crecer en fe y en confianza a Dios. La palabra es siempre espada cortante que cala profundo en cada uno de nosotros, siempre que dejamos a Dios que hable, escuchamos y practicamos dicha palabra.

 La lectura del Genesis me resulta interesante: “Después que Adán comió del árbol, el Señor lo llamó: “¿Dónde estás?” Él contestó: “Oí tu ruido en el jardín, me dio miedo porque estaba desnudo, y me escondí”.

El señor siempre nos llama, no importa nuestra condición, posibilidades, dones, miserias y carencias, hoy se interesa por Adán, “¿Dónde estás?” “Oí tu ruido, me dio miedo porque estaba desnudo, y me escondí. El dónde estás, es una pregunta existencial, ¿dónde estoy yo en este momento de mi historia? Hay unos elementos que se suman al relato posteriormente, el miedo, darse cuenta que estaba desnudo y esconderse.

Antes del hombre pecar no tenía conocimiento de nada de esto. El miedo es consecuencia de la caída y la desobediencia, darse cuenta de su desnudez, es consecuencia de la vergüenza frente a su Creador y esconderse es consecuencia del sabor amargo, repugnante, putrefacto, ante la falta cometida y sin argumentos frente a Dios.  ¿En qué momento de mi vida siento miedo, me veo desnudo y me escondo?

Adán se defiende y dice a Dios: “La mujer que me diste por compañera me ofreció del fruto y comí”.  Hay un enfoque de respeto con relación a la mujer, esta es una compañera para el hombre, no una sirvienta ni una esclava.

Dios cuestiona a la mujer y ella responde: “La serpiente me engañó y comí”. Toda una cadena de engaños y mentiras, Satanás convence y engaña a la mujer y ella engaña a Adán. Finalmente, Dios castiga a la serpiente: “Por haber hecho eso, serás maldita entre todo el ganado y todas las fieras del campo; te arrastrarás sobre el vientre y comerás polvo toda la vida; establezco hostilidad entre ti y la mujer, entre tu estirpe y la suya.

En el Evangelio encontramos que: “En aquel tiempo volvió Jesús a su casa, y se juntó tanta gente, que no los dejaban ni comer”. Paradoja de la vida mientras Adán y Eva por desobediencia quedan fuera del paraíso, Jesús volvió a su casa, entra a su casa.

Unos letrados que habían bajado de Jerusalén decían: “Tiene dentro a Belcebú y expulsa los demonios con el poder del jefe de los demonios”. Él los invitó a acercarse, Jesús no los rechaza  y les puso estas comparaciones explicándoles: “¿Cómo va a echar Satanás a Satanás?” Un reino en guerra civil no puede subsistir, una familia dividida no puede subsistir. Si Satanás se rebela contra sí mismo para hacerse la guerra, no puede subsistir, está perdido.

Créanme, todo se le podrá perdonar a los hombres: “Los pecados y cualquier blasfemia que digan, pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo no tendrá perdón jamás; cargará con su pecado para siempre”.

 La gente que tenía sentada alrededor le dijo: “Mira, tu madre y tus hermanos están fuera y te buscan”. Les contestó: “¿Quiénes son mi madre y mis hermanos?” Y paseando la mirada por los que estaban sentados en círculo alrededor de él, dijo: “Estos son mi madre y mis hermanos. El que cumple la voluntad de Dios, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre”.  

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