Miércoles, 8 de mayo del 2024
Color: BLANCO
- Primera Lectura. Hch 17, 15.22–18,1: “Algunos se le juntaron y creyeron, entre ellos Dionisio el areopagita, una mujer llamada Dámaris y algunos más”.
- Salmo Responsorial: 148, 1-2.11-12ab.12c-14: “Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria”.
- Evangelio. Jn 16, 12-15: “Él me glorificará, porque recibirá de mí lo que les irá comunicando”.
“Al Dios desconocido”
La narración del discurso de Pablo en el Areópago es como una clase magistral de evangelización de la cultura, y cualquiera que se dedique a esta tarea debería leerlo con cuidado. Una primera lección encontrada en este relato es que un misionero nunca descansa, pues el mandato del Señor es anunciar la Buena Nueva a todos los confines de la tierra.
Aunque su predicación en el norte dio algunos frutos, también suscitó una oposición feroz. Desde el comienzo, la predicación del cristianismo encontró oposición y los predicadores cristianos se pusieron en peligro.
Cuando Pablo llega al Areópago, en Atenas, un centro cultural muy importante, lleno de tribunos y filósofos acostumbrados a litigar, dijo un discurso que ha sido justamente celebrado. Pablo alaba a los atenienses por su sensibilidad espiritual y les dice: “paseándome por ahí y fijándome en sus monumentos sagrados, me encontré un altar con esta inscripción: “Al Dios desconocido”. Eligió construir sobre unos principios religiosos que ya existían en la sociedad a la que se dirigía, asimilando en su distintivamente cristiana alocución lo que podía de ellos.
Uno podría pensar, al terminar este magnífico discurso, que, con él, Pablo convirtió a multitudes, pero de hecho el resultado fue bastante exiguo: Cuando oyeron de la Resurrección de entre los muertos algunos se burlaron; pero otros dijeron “de esto te oiremos hablar en otra ocasión”. Solo un puñado de personas estuvo dispuesto a darle a Pablo el beneficio de la duda, y, aun así, fueron la semilla de la cristiandad europea, y por tanto de la cristiandad que se extendería por todo el mundo.
Era evidente que cuando el Señor se fue de este mundo no había terminado de enseñar todo lo que sus discípulos necesitaban saber: «Aún tengo muchas cosas que decirles». Esto muestra claramente que era necesario una revelación posterior. Entonces, ¿cómo, cuándo y a quién sería entregada esta parte de la revelación que todavía faltaba? Estas preguntas son mucho más importantes de lo que a primera vista podrían parecer.
A lo largo de los siglos han sido innumerables las personas que usando este versículo han reivindicado la autoridad del Espíritu Santo para introducir nuevas enseñanzas que tenían poco o ningún fundamente bíblico. Muchos de estos autoproclamados maestros y profetas han creado profundas divisiones en el cristianismo a lo largo de la historia.
Debemos decir también que el Espíritu Santo cumple una labor muy importante. Es verdad que ya tenemos una revelación completa de todo lo que necesitamos saber acerca de Dios, aun así, sigue siendo imprescindible la iluminación del Espíritu para que entendamos correctamente lo que él mismo ha inspirado. No olvidemos que nuestras mentes han quedado oscurecidas por el pecado y necesitamos la luz del Espíritu Santo para iluminar las Escrituras a fin (de) que podamos entenderlas correctamente. En este sentido, la obra del Espíritu Santo contrarresta la obra de Satanás.
(Guía Litúrgica)
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