Memoria Obligatoria: San Juan de Ávila, Presbítero y Doctor de la Iglesia
Homilía: La Ascensión del Señor. Ciclo B
Viernes, 10 de mayo del 2024
Color: BLANCO
- Primera Lectura. Hch 18, 9-18: “No temas, sigue hablando y no te calles, que yo estoy contigo”.
- Salmo Responsorial: 46, 2-3.4-5.6-7: “Dios es el rey del mundo”.
- Evangelio. Jn 16, 20-23a: “También ustedes ahora sienten tristeza; pero volveré a verlos”.
“La fe no es oscuridad; es luz”
En el Evangelio de hoy Jesús habla de un misterioso “dentro de poco”. Y para explicarlo emplea la imagen del parto que después de los dolores viene el gozo del nacimiento. Así será el gozo después de la resurrección: de nuevo el Señor los volverá a reunir y los discípulos se llenarán de una alegría que nada ni nadie les podrá quitar.
Jesús va a sufrir la pasión, pero no se siente solo. Aunque sus discípulos le abandonen, el Padre siempre está con él. Concluye estas recomendaciones con un grito de ánimo. A pesar de la crueldad de las tribulaciones padecidas, afirma: “Yo he vencido al mundo” y estoy siempre a su lado.
¡Qué difícil nos resulta creer cuando al parecer Dios no responde a nuestras necesidades! Y digo “al parecer” porque Dios siempre responde, aunque no de la forma que nosotros esperamos. No basta con pedir. Hay que ‘creer’. La fe es la conexión de un ser humano con Dios mismo. La fe no es oscuridad; es luz.
El pasaje que hemos escuchado narra dos estados de ánimo presentes en los discípulos de Jesús. Primero la tristeza porque se marcha y abandona físicamente, pero también está la alegría que sentirán al momento de la resurrección. Algo así sucede en nuestra vida cristiana, cuando vienen las dificultades, angustias y aflicciones nos parece que Dios es el gran ausente en nuestras vidas y acudimos a emociones materiales y pasajeras, olvidándonos de las promesas de Dios y separándonos de Él, es cuando el mundo se alegra de su ausencia.
Los cristianos, por el contrario, sabemos que una vida apartados de Dios será siempre caótica y desordenada. Es entonces cuando Cristo Resucitado sale a nuestro encuentro y nos consuela, nos brinda la esperanza y la alegría de su presencia. Esta alegría es la garantía de su cercanía y fidelidad para siempre.
Es bueno que nos preguntemos: ¿Estoy sintiendo la alegría de la resurrección en mi vida personal, familiar, comunitaria, estudiantil, laboral, etc.? Ante los momentos de desánimo ¿Confío en la fuerza de Jesús Resucitado que a través de su Espíritu Santo me renueva? Respondámonos honestamente y fortalezcámonos con la oración. Así sea.
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