Domingo, 16 de febrero de 2025
- Primera lectura: Jr 17, 5-8: Quien confía en mí será como un árbol bien plantado.
- Salmo Responsorial: 1: Será como un árbol plantado al borde de la acequia.
- Segunda lectura: 1Cor 15,12.16-20: Cristo es primicia de nuestra resurrección.
- Evangelio: Lc 6,17.20-26: Bienaventurados.
Color: VERDE
“Bienaventurados nosotros, si preferimos ser antes oprimidos que opresores”
Primera vez que el Sucesor de San Pedro, el Papa, peregrina a Tierra Santa, a los lugares de la vida y predica de Nuestro Señor Jesucristo. San Pablo VI lo hizo del 4 al 6 de enero del 1964 para marcar a la Iglesia con el signo del diálogo misionero de la concordia, la paz y la mutua colaboración entre todos los hijos del mismo Dios diseminados por todo el mundo. El Papa que reformó a la Iglesia toda y buscó su renovación como un Nuevo Pentecostés no se pudo contener y nos explicó allí mismo el cómo vivir, hoy día, las Bienaventuranzas del Sermón de la Montaña, la Carta Magna, la Constitución del Reino de Dios, las leyes divinas que nos darán la vida. Todo el Evangelio aquí está contenido. No hay que buscar ningún otro mensaje. Solo hay que actuar conforme al mismo. Está es la perfección humana y el alcance del Cielo. Y así lo dijo el Papa de la vida y el sufrimiento que transfigura:
«Ahora escuchamos su eco que repercute en nuestros espíritus de hombres de nuestro tiempo. Diríase que nos dice:
Bienaventurados nosotros si, pobres de espíritu, sabemos librarnos de la confianza en los bienes económicos y poner nuestros deseos primeros en los bienes espirituales y religiosos, y si respetamos y amamos a los pobres como hermanos e imágenes vivientes de Cristo.
Bienaventurados nosotros si, educados en la mansedumbre de los fuertes, sabemos renunciar al triste poder del odio y de la venganza y conocemos la sabiduría de preferir al temor de las armas la generosidad del perdón, la alianza de la libertad y del trabajo, la conquista de la verdad y de la paz.
Bienaventurados nosotros, si no hacemos del egoísmo el criterio directivo de la vida y del placer su finalidad, sino que sabemos descubrir en la sobriedad una energía, en el dolor una fuente de redención, en el sacrificio el vértice de la grandeza.
Bienaventurados nosotros, si preferimos ser antes oprimidos que opresores y si tenemos siempre hambre de una justicia cada vez mayor.
Bienaventurados nosotros si, por el Reino de Dios, en el tiempo y más allá del tiempo, sabemos perdonar y luchar, obrar y servir, sufrir y amar».
P. Manuel García: epam45@gmail.com
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