• Primera lectura: Job 7, 1-4.6-7: Me han tocado meses de desengaño.
  • Salmo Responsorial: 146: El Señor sostiene a los humildes.
  • Segunda lectura: 1Cor 9, 16-19.22-23: ¡Ay de mí, si no anuncio el evangelio!
  • Evangelio: Mc 1, 29-39: Él se acercó, la tomó de la mano y la levantó.

Homilía  2 de febrero: Presentación del Señor

Las lecturas nos invitan a poner la mirada en la dura realidad del sufrimiento, de la enfermedad. Job retrata el dolor humano extremo, la necesidad de consuelo cuando se ha perdido toda esperanza. Cuánto cuesta sobreponerse del mal, y más que nada se pregunta ¿Cómo no desesperar cuando no solo nos va mal, sino que no podemos levantarnos? En medio de prueba hacia donde debemos mirar, el evangelista Marcos, sale a responder esta pregunta, y destaca que la esencia del ministerio de Jesús será, precisamente, la lucha frontal contra el sufrimiento. Jesús no permanece indiferente ante el mal.

Sin embargo, esta misión no se realiza de modo genérico e impersonal, sino que Jesús busca el encuentro personal con todos en sus situaciones existenciales. De ahí que, en el texto evangélico, se mencionen nombres y lugares muy bien determinados, el sufrimiento tiene rostro concreto. Esto es importante tenerlo pendiente en nuestra misión y oración, la misión de la Iglesia es la de la persona, el descubrimiento del otro, para saber responder desde el evangelio a sus necesidades, de igual forma, la oración del cristiano adquiere rostros y situaciones, por las cuales da gracias o eleva suplicas al Señor.

Hablando de la oración, es interesante el detalle del movimiento de Jesús, va de la sinagoga a las casas. En la vida del judío, la sinagoga es la casa de oración, es el lugar del encuentro con Dios. Pero Jesús acerca a Dios no solo a la casa de oración, sino a todo lugar donde hace falta su presencia, la oración es compromiso con la realidad. Salimos de la casa de oración, para dirigirnos a los lugares donde esta oración se hace vida. Y Para que esto sea posible, debemos de aprender a unir misión y oración, Jesús nos muestra que el cristiano no es un superhéroe, y tiene necesidad de la fortaleza de Dios, solo en el encuentro continuo con el Padre, podremos estar abiertos a las necesidades de los hermanos. Solo en Dios se responde a la pregunta de Job ¿Cuándo me levantaré? Porque esta pregunta solo se responde desde la proximidad y el encuentro.

Padre nuestro, que no sea indiferente al sufrimiento de mis hermanos, y que del encuentro contigo me ocupe de buscar el rostro de los que sufren.

(Guía Litúrgica)

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