Viernes, 29 de diciembre del 2023
Color: BLANCO
- Primera Lectura. I Jn 2, 3-11: “Quien ama a su hermano permanece en la luz y no tropieza”.
- Salmo Responsorial. 95, 1-2a.2b-3.5b-6: “Alégrese el cielo y goce la tierra”.
- Evangelio. Lc 2, 22-35: “Todo primogénito varón será consagrado al Señor”.
“Jesús vivió para amar”
Las lecturas del día de hoy nos presentan a Jesús como esa luz que brilla, capaz de iluminar como sol que nace de lo alto. Nadie se queda exento de su luz.
La primera lectura nos invita a revisar nuestro amor al prójimo. El que ama permanece en la luz de Dios, porque Dios es amor. Decir que amamos a Dios es muy fácil, Dios es bueno y actúa siempre para nuestro bienestar. El auténtico amor cristiano ha de ser medido por el amor que demos a los demás, sin importar si es o no de nuestro círculo social o afectivo. Amar a Dios sobre todas las cosas y amar al prójimo como a uno mismo, es la plenitud de la ley y de los profetas, así lo enseñó Jesús, quién vino al mundo por amor, vivió en este mundo amando y desde la cruz mostró al mundo que no hay amor más grande que dar la vida por los demás.
San Juan nos expresa que, quién dice que “permanece en Jesús, debe vivir como él vivó”. Jesús vivió para amar. El gran signo de la fe cristiana es el amor, así lo vivieron las primeras comunidades formadas entorno a las enseñanzas y a los ejemplos de Jesús. El amor debe ser la luz que ilumine nuestras vidas. El amor debe ser lo que nos anime vivir, luchar, trabajar, servir, sacrificarnos, entregarnos y darnos a los demás.
Que el Señor Jesús nos llene de su amor. Amén.
(Guía Litúrgica)
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