Primera lectura. Is 7, 10-15: «He aquí que la Virgen concebirá».

Salmo responsorial. Lc 1, 46-56: «El Todopoderoso ha hecho grandes cosas, su nombre es santo».

Segunda lectura. Gál 4, 1-7: «Dios envió a su Hijo para lieberarnos».

Tercera lectura. Lc 26-38: «Hágase en mí según tu Palabra»

Color: AZUL o BLANCO

Homilía: III Domingo.  Tiempo Ordinario. Ciclo B

Por P. Wilkin Castillo, San Juan de la Maguana

Hoy celebramos la Solemnidad de Nuestra Señora de la Altagracia, aquella mujer que en la historia de la humanidad ha recibido la gracia más alta que ser humano alguno haya recibido. La conocemos como Protectora de nuestro Pueblo Dominicano, todo fiel cristiano católico hoy le tributa gran respeto y veneración.

San Lucas nos trae un pasaje emocionante al decirnos: “A los seis meses, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María”. Estar desposada es lo mismo que estar comprometida.

El Ángel va como mensajero enviado por Dios. “El ángel, entrando a su presencia, dijo:  Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo; bendita tú entre las mujeres”. Entrar en presencia de María es lo mismo que tener contacto personal con ella, en este caso el contacto fue por medio del anuncio de la palabra como tal. “Ella se turbó ante estas palabras, y se preguntaba qué saludo era aquél”. Turbarse es sinónimo de sorprenderse, el caso en cuestión no era para menos, es un encuentro que entra en el plano de lo sobrenatural, aquellas cosas que sobrepasan el tiempo y el espacio.

 “El ángel le dijo:  No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios”. Por las palabras del Ángel, nos damos cuenta que la emoción en María fue grande por eso fue necesario que el Ángel le dijera a esta jovencita: “No temas, María. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús”. La alegría desbordante se apodera de María ante lo que está escuchando, pues el acto de concebir y dar a luz es natural a toda mujer, es constitutivo del género femenino. 

“Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin”. Desde la concepción se anuncia la grandeza de Jesús por parte del Ángel, no solo una grandeza terrena, sino celestial, por eso dice el Ángel: “Se llamará Hijo del Altísimo y su grandeza será eterna, ya que reinará para siempre.

  “María dijo al ángel: ¿Cómo será eso, pues no conozco varón?” Muy certera la pregunta de María al Ángel, es un plan totalmente desconocido y difícil de entender por esta jovencita. El ángel le contestó: “El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios”.

Es decir, que el ese plan y pacto divino y terreno de Dios y María, se dejan ver dos elementos importantes para que todo fuera posible, primero el poder de Dios que es incuestionable y la fe de María que es una fe robusta, por eso cuando el poder de Dios se une a la fe nuestra se suceden maravillas y cosas extraordinarias como la encarnación de Jesús en la Virgen María. “Ahí tienes a tu pariente Isabel que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible”.María contestó: Aquí está la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra”. María es capaz decir con el Salmo. “El Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas”.

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