Lunes, 7 de abril de marzo del 2025
Color: MORADO. I Semana del Salterio
- Primera Lectura. Dn 13,1-9.15-17.19-30.33-62: “Entonces toda la asamblea se puso a gritar bendiciendo a Dios, que salva a los que esperan en él”.
- Salmo Responsorial: 22,1-3a.3b-4.5.6: “Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo”.
- Evangelio. Jn 8,1-11: “Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más”.
“Como ovejas sin pastor”
Señor te damos gracias por este tiempo de cuaresma que casi finaliza, permítenos vivir a plenitud estos días que faltan para recordar tu pasión, muerte y resurrección. Que estas palabras tuyas que hoy nos presenta la Iglesia, penetren nuestros corazones y nos muestren lo que quieres para nosotros.
La primera, tomada del libro de Daniel, hombre justo, mensajero de Dios, que interpretaba los sueños; este fue capaz de ser fiel a Dios enfrentando las creencias y tradiciones del pueblo de Babilonia, aun estando bajo amenaza.
En esta lectura se nos narra cómo una joven de nombre Susana fue acusada de un delito que no cometió, pero esta prefirió la deshonra y la posibilidad de ser masacrada, antes que ofender a Dios. Esta mujer fue capaz de ser leal a Dios, aun cuando nadie la veía, en ese momento que los jueces la intentaban convencer de cometer pecado, si no sería acusada con una calumnia.
Susana con su ejemplo de valentía nos invita a vivir una vida en la verdad, saber, que aun en esos momentos que nadie nos ve, Dios nos está viendo, no como un juez implacable, sino con amor y misericordia. A Dios le duele ver nuestras acciones cuando pecamos, pero siempre nos espera para perdonar nuestras faltas. Dios escuchó el clamor de Susana y a través de Daniel se le hizo justicia al descubrir el engaño de los jueces.
El Evangelio también nos habla de la misericordia de Dios, en este momento lo hace a través de su hijo Jesucristo y el relato de la mujer adúltera, pero antes de esta escena, vemos que Jesús se apartó al monte de Los Olivos a estar a solas con Dios, enseñándonos a vivir en comunión con Él, a través de la oración y así mostrarnos su voluntad.
Jesús luego de bajar del Monte de los Olivos regresa al templo a enseñar. Las personas estaban necesitadas de Dios, de sus enseñanzas, andaban como ovejas sin pastor (Mt 9,36); veían en Jesús un camino de esperanza, amor, perdón, sanación. Esto molestaba a los escribas y fariseos que ya veían en Jesús una amenaza a su autoridad, porque desenmascaraba la hipocresía de cómo actuaban, por lo que buscaban la manera de acusarlo de haber hecho algo malo (Lc 6,7).
Entonces aparece una oportunidad, ¿qué iba a decir Jesús de esta mujer descubierta en adulterio? Le preguntaron insistentemente lo que debía hacerse con aquella mujer, pero Jesús en su gran sabiduría les pasa a ellos la decisión: quien esté libre de pecado, que le tire la primera piedra (Jn 8,7) y en ese momento todos se fueron. Al quedar solos, Jesús le dice a la mujer: “no te juzgo, vete y no peques más”. Jesús nos quiere mostrar nuestros pecados, no para juzgarnos, sino para que sabiendo que estamos en pecado, decidamos dejarlo y nos acerquemos a Él, para ser perdonados, dándonos la oportunidad de tener una vida nueva, llena de la paz que viene de vivir en la verdad de Dios.
(Guía Litúrgica)
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