IV Semana del Salterio
- Primera lectura: 2Sam 7,1-5.8b-12.14.16: La casa la construiré yo.
- Salmo Responsorial: 88, 2-5.27-29: Tú eres mi padre, mi Dios, mi Roca.
- Segunda lectura: Rom 16,25-27: Dios tiene poder para fortalecerlos.
- Evangelio: Lc 1,26-38: ¡Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo!
Color: MORADO
EL NIÑO REY
Por P. Wilkin Castillo, San Juan de la Maguana
Aprovecho esta cuarta semana de adviento para saludarlos a todos y desearles unas navidades llenas de luz y de esperanza gozosa, nos unimos a la alegría de las embarazadas. Es bueno que no se nos olvide, que el tiempo de adviento es un tiempo de preparación para la navidad, por eso, es necesario tomarnos este tiempo con mucha seriedad, ya que, si vivimos a plenitud este tiempo hermoso, es la garantía mayor de que vamos a tener unas navidades exitosas principalmente a nivel espiritual.
San Lucas nos trae una joya de Evangelio al decirnos: “En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María.”
La lectura es bastante clara al decirnos que el Ángel Gabriel fue enviado por Dios, es decir, que esa iniciativa no sale del ángel, sino que éste va en nombre de Dios, convirtiéndose así en mensajero, aquel que va por delante en nombre de quien lo ha enviado.
El ángel, entrando en su presencia, dijo: “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo; bendita tú eres entre todas las mujeres.” Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquel.
El hecho de que el ángel entre en la presencia de María toma una connotación teológica importante, solo aquel que le permite a Dios entrar en su vida puede ver grandes maravillas y cambios significativos el sí mismo, es el caso de María Madre de Dios que confió y aceptó.
El ángel le dijo: “No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.” El no temas que el ángel Gabriel le ofrece a esta mujer, es el detonante en cuanto a confianza se refiere con relación a María, en un anuncio hecho por el ángel y difícil de entender por parte de María.
Es por lo confuso del anuncio que maría llegó a decir: “¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?” El ángel le contestó: “El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios.” Gran misterio encierra las palabras del ángel, es por ello por lo que acude a mencionar la intervención directa del Espíritu Santo como aquella fuerza del Altísimo, el único que hace posible aquellas cosas que son imposibles. Es la sombra del Altísimo la que engendró de forma milagrosa y misteriosa en el vientre de María a su hijo Jesús.
El Ángel le dice María: “Ahí tienes a tu pariente Isabel que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.” El ángel utiliza un recurso como testimonio al expresarle a María que su pariente Isabel, una mujer vieja y por demás estéril ya llevaba seis meses en su vientre a Juan el Bautista, es decir, aquella que llamaban estéril hasta ese momento. María contestó: “Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.” Y la dejó el ángel.
Finalmente, este hágase de María fue la confirmación que el mismo Dios esperaba y necesitaba de esta mujer para sellar de manera definitiva el comienzo de una vida de luz y de salvación para toda la humanidad con la llegada de Jesús el niño Rey.
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