• Primera lectura. Hb 9,15.24-28: “Cristo se ha ofrecido una sola vez para quitar los pecados de todos”.
  • Salmo Responsorial: 97,1.2-3ab.3cd-4.5-6: “Canten al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas”.
  • Evangelio. Mc 3,22-30:“El que blasfeme contra el Espíritu Santo no tendrá perdón jamás”.

Color: VERDE/BLANCO

¿Te has detenido a pensar en las maravillas que Dios ha hecho en tu vida? ¿Te das cuenta de las bendiciones, grandes y pequeñas, que te han acompañado hasta hoy? El salmo de hoy nos invita a «cantar al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas». A veces, en la rutina diaria, olvidamos reconocer la mano amorosa de Dios en nuestras vidas, pero este llamado es claro: Dios sigue actuando y haciendo maravillas en nosotros.

En el Evangelio de Marcos, vemos cómo Jesús realiza maravillas al liberar y sanar, pero su obra no siempre es recibida con gratitud. Los escribas lo acusan de estar poseído por Belzebú, el príncipe de los demonios. Jesús responde con claridad y lógica: “¿Cómo puede Satanás expulsar a Satanás?” Si un reino está dividido, no puede sostenerse. Deja claro que sus acciones no provienen del mal, sino del Espíritu Santo, y es precisamente este poder el que nos trae liberación. El bien y el mal no pueden coexistir en la misma obra, y las maravillas que Él realiza son obra de Dios, no del demonio.

Aquí Jesús introduce una enseñanza clave: el pecado de blasfemar contra el Espíritu Santo. Este pecado, según la teología católica, es una postura de rechazo total y consciente de la obra de Dios. Es negar el perdón y la misericordia que Jesús ofrece a todos. No se trata de un pecado específico o aislado, sino de una actitud continua de rechazo, una negativa a abrirse al amor transformador de Dios. Jesús nos invita a vivir en una relación sincera con Dios, a acoger su perdón, pero también nos advierte de las consecuencias de cerrar nuestros corazones a su acción.

La Carta a los hebreos refuerza esta idea de la obra salvífica de Cristo. Jesús, como mediador de la nueva alianza, se ofrece a sí mismo como sacrificio por nuestros pecados, no una y otra vez, sino de una vez por todas. En su sacrificio, hemos sido reconciliados con Dios y tenemos la esperanza de la vida eterna. Su obra es completa, y su perdón es siempre accesible para quienes lo buscan con un corazón sincero.

En este día, estamos llamados a reflexionar sobre cómo recibimos las maravillas que Dios sigue haciendo en nuestras vidas. ¿Abrimos nuestros corazones a su acción o, como los escribas, nos cerramos a la verdad por miedo o incomprensión? Jesús nos invita a la conversión, a vivir una vida de apertura al Espíritu Santo y a reconocer el bien que Dios obra en nosotros y en los demás.

Como dice el Papa Francisco: “Dios nunca se cansa de perdonar, somos nosotros los que nos cansamos de pedir perdón”. Que hoy sea un día para renovar nuestra fe en su misericordia, abrir nuestros corazones al Espíritu y dejar que Dios continúe haciendo maravillas en nuestras vidas.

(Guía Mensual)

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