Lunes, 15 de abril del 2024
Color: BLANCO
- Primera Lectura. Hch 6, 8-15: “Esteban, lleno de gracia y poder, realizaba grandes prodigios y signos en medio del pueblo”.
- Salmo Responsorial: 118, 23-24.26-27.29-30: “Dichoso el que camina en la voluntad del Señor”.
- Evangelio. Jn 6, 22-29: “La obra de Dios es esta: que crean en el que él ha enviado”.
“¡Dichoso el que camina en la voluntad del Señor!”
¡Dichoso el que camina en la voluntad del Señor!
Como seres humanos vivos estamos llamados a caminar, levantarnos cada día, a cada instante y seguir. No es lo mismo caminar sin rumbo que caminar en la voluntad de Dios como exclamamos con el Salmo.
Todas las decisiones que tengamos que tomar, si caminamos en la voluntad de Dios, serán inspiradas por Él, nos llevarán por los senderos correctos y nos sostendrá en el camino que emprendamos pues Dios siempre está con los que hacen su voluntad.
Poner nuestros planes en manos de Dios, pedir su dirección cada día a través de la oración (que nos anima a cumplir la voluntad de Dios), escudriñar su Palabra a través de la lectura bíblica reflexionando qué me dice a mí Dios en cada lectura, buscar el buen consejo, y optar siempre por vivir en valores de rectitud, es la forma que en nuestro día a día tenemos para caminar en la voluntad de Dios.
Muchas veces creemos que caminar en la voluntad del Señor es una garantía (de) que estaremos exentos de situaciones difíciles, lo cual es falso. El testimonio de Esteban en la lectura de los Hechos de los apóstoles de hoy, nos da muestra (de) que el seguimiento de Jesús implica sus riesgos. Esteban sufría de ataques feroces, persecuciones; sin embargo, sus jueces veían en él el rostro de un ángel.
¿Qué rostro presentamos nosotros en medio de las situaciones indeseadas que se presentan en nuestras vidas? Por ejemplo, cuando sufrimos alguna enfermedad, estrechez económica, laboral, pérdida o dificultad familiar, ¿pueden ver en nosotros el rostro de un creyente que confía en que sin importar lo que pase, incluso que muera, Dios está con él?
Jesús, nuestro redentor, caminó como ninguno en la voluntad de Dios, la asumió hasta la muerte en cruz y ha recibido la gloria de la resurrección. Por Él, por su caminar en la voluntad de Dios es que hoy podemos tener la dicha de creer en Dios, en Jesús Redentor y Salvador, y proclamándole a Él anhelar caminar en la voluntad de Dios, trabajando arduamente para lograrlo cada día de nuestras vidas, contando con su gracia y su favor.
En este camino, es esencial recordar que caminar en la voluntad de Dios no es una jornada solitaria. Estamos rodeados por una gran nube de testigos, aquellos que antes que nosotros caminaron fielmente, enfrentando sus propias pruebas y tribulaciones con fe inquebrantable. Son ejemplos vivos de perseverancia y confianza en Dios, mostrándonos que, a pesar de las dificultades, es posible vivir una vida que glorifica a Dios.
Estos testimonios nos inspiran a mantenernos firmes en nuestra fe, a seguir adelante, incluso cuando el camino se hace cuesta arriba. Nos recuerdan que la fidelidad a Dios trae consigo una paz que sobrepasa todo entendimiento, una fortaleza que se renueva día a día y una esperanza que no defrauda. Por lo tanto, al buscar caminar en la voluntad de Dios, hagámoslo con la certeza (de) que no estamos solos; estamos acompañados tanto por la presencia constante de Dios como por la comunidad de creyentes, pasados y presentes, que comparten nuestro mismo deseo de vivir una vida conforme al corazón de Dios.
(Guía Litúrgica)
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