Santa Inés, virgen y mártir
Martes, 21 de enero del 2025
- Primera lectura. Hb 6,10-20: “Deseamos que cada uno de ustedes demuestre el mismo empeño hasta el final, para que se cumpla su esperanza”.
- Salmo Responsorial: 110, 1-2.4-5.9 y 10c: “El Señor recuerda siempre su alianza”.
- Evangelio. Mc 2,23-28:“El sábado se hizo el hombre y no el hombre para el sábado”.
Color: ROJO
“María es la Madre de Dios»
Estamos en la solemnidad de Nuestra Señora de la Altagracia. Meditemos en la Maternidad Virginal de María. Es esencial la Virginidad a la Maternidad de María para que la Palabra, el Verbo eterno hecho Carne, con el Hágase de ella por obra del Espíritu Santo fuera engendrado y dado a Luz. María es la Madre de Dios porque su Hijo es efectivamente Dios.
Jesucristo es el hombre-Dios nacido para nuestra salvación, para ser el Señor de nuestra existencia. Lo más importante en la vida de María es ser la Madre de Jesús. Dios se posesionó enteramente de ella cuando fue cubierta por el Espíritu Santo, y desde entonces el único sentido de su existencia fue ser la Madre de Jesús, su Único Hijo. Ella por ser la Madre nos lleva al mismo Jesús. Le anuncia a todos los que somos creyentes, miembros de su Cuerpo.
Es la razón por la que el Papa San Pablo Vi la declaró Madre de la Iglesia. Opción clara, libre y personal de María fue el permanecer Virgen. Decidió ser la Esposa del Espíritu Santo en vistas a la extensión del Reino de Dios de Jesucristo, Señor de la Creación y de la Vida Eterna. Con esta mirada a María que nos devela el Misterio de Cristo y de la Iglesia hemos de revalorizar el matrimonio y el grado y extensión de compromiso perpetuo de la pareja humana, del hombre y la mujer, el nivel máximo de entrega de los padres en el cuidado y promoción de sus hijos, la importancia de la fe y la religión en la vida familiar y de la sociedad que está conforma.
La Iglesia, Familia de Dios tiene la misión de extender el Reino de Dios doquier se encuentren los hijos nacidos a la nueva vida cristiana por el Bautismos y convocados a la Mesa del Señor Resucitado. Doquier Cristo sea anunciado, invocado y recibido, María estará allí presente con su Hijo.
Asociada íntimamente al Salvador podemos confiarnos a su cuidado maternal y a su celo porque llevemos una vida santa, de acuerdo a la voluntad de Dios, que siempre será el bienestar y beneficio de aquellos que por pura gracia se llaman hermanos en Cristo. Unidos por un mismo Pan y un mismo cáliz digamos: Dios te salve…
P. Manuel García: epam45@gmail.com
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Nuestra Señora de la Altagracia: ¡te amamos!
Muchos no quieren la Iglesia, pero usan el calendario que ella presentó al mundo