Homilía: III Domingo de PACUA. Ciclo B

Color: BLANCO

  • Primera Lectura. Hch 5, 34-42: “Ningún día dejaban de enseñar, en el templo y por las casas, anunciando el Evangelio de Jesucristo”.
  • Salmo Responsorial: 26, 1.4.13-14: “Una cosa pido al Señor: habitar en su casa”.
  • Evangelio. Jn 6, 1–15: “Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces; pero ¿qué es eso para tantos?”.

Ven Espíritu Santo sobre nosotros y ayúdanos a comprender lo que el Señor nos quiere revelar a través de su palabra en este día.

En la primera lectura podemos leer cómo ni los azotes, ni las amenazas, pudieron detener la acción evangelizadora de los apóstoles; iban a las casas y templos a enseñar día a día. El amor que sentían por el Señor, la certeza de que Él estaba vivo entre ellos, la fuerza del Espíritu Santo que los acompañaba les daba el valor para no detenerse, a pesar de la persecución que había en su contra, que les prohibía hablar de Jesús.

Al igual que en los primeros días del cristianismo, hoy necesitamos hombres y mujeres que sin temor puedan ir a llevar la Palabra de Dios, que puedan ser el rostro de Cristo Resucitado, que con amor y alegría vayan a aquellas personas que no le conocen, para que tengan la oportunidad de tener una vida en Cristo Jesús.

Pasando al Evangelio de hoy nos encontramos con la multiplicación de los panes. Una muchedumbre seguía a Jesús, buscaban sus milagros, pasaban mucho tiempo escuchándole y Jesús que está atento a sus necesidades, aún antes de pedirle algo, sabía que estas personas tenían mucho tiempo sin comer, es probable que tuvieran hambre. Había un problema en ese momento: darle de comer a la multitud.

Jesús quiere que sus discípulos sean parte de la solución a esta situación y les pregunta a ellos: ¿cómo daremos de comer a estas personas? Estos dicen algunas ideas, eligiendo Jesús, la que daba respuesta a lo que quería realizar, la multiplicación de los panes.

Para Jesús sería sencillo realizar el milagro: hacer la bendición y se multiplicarían los panes y peces. Pero el Señor involucra a los discípulos mandándolos a sentar a la gente y a repartir el pan; como queriendo decirnos que no basta con ser sensibles a la necesidad del otro, es necesario actuar, poner manos a la obra.

En este texto podemos ver algunas ideas para cuando tengamos algún problema y nuestra confianza está en las manos del Señor:

  1. Jesús conoce nuestras necesidades, aun antes de pedirle.
  2. Jesús quiere que nosotros seamos parte de la solución a los problemas que se nos presentan. Busquemos diferentes soluciones y presentémosla al Señor, Él mostrará la mejor.
  3. Planifiquemos lo que vamos a hacer antes de actuar.
  4. No hay problemas que en las manos de Dios no tenga solución. Pongamos nuestros recursos en sus manos, para que Él los multiplique y, según su voluntad, dará respuesta a lo que hemos planificado.

Hermanos, ante la adversidad busquemos al Señor, Él conoce nuestras necesidades y Él nos ayudará a ver la mejor solución. Lo pudimos ver en la primera lectura con la persecución de los apóstoles, lo vimos en el Evangelio con la multiplicación de los panes. No tengamos miedo. Si el Señor está con nosotros ¿quién contra nosotros? (Rom 8, 31).

(Guía Litúrgica)

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