Domingo, 5 de enero de 2025
- Primera lectura: Ecl 24,1-4.12-16: “La sabiduría habita en el pueblo elegido”.
- Salmo Responsorial: 147,12-13.14-15.19-20. “La Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros”.
- Segunda lectura: Ef 1, 3-6.15-18: “Hijos Adoptivos de Dios por Jesucristo”.
- Evangelio: Juan 1, 1-18: “La Palabra se hizo carne, y acampó entre nosotros”.
Color: BLANCO
“La Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros”
Celebramos el Segundo Domingo de Navidad, y la liturgia nos invita a reflexionar sobre uno de los misterios más profundos de nuestra fe: La Palabra que se hizo carne y acampó entre nosotros.
En el Evangelio, san Juan, se nos presenta la Palabra, el «Verbo», que estaba con Dios desde el principio. Este Verbo es Cristo, la manifestación viva de Dios. «Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros». Este pasaje es el corazón del mensaje cristiano: Dios no solo crea y se mantiene distante, sino que se hace uno con nosotros, tomando nuestra humanidad, acercándose para salvarnos. Jesús, la Palabra eterna, entra en nuestra historia y nos revela el rostro amoroso de Dios.
La Palabra no es solo una serie de sonidos o letras. En el contexto del Evangelio de Juan, la Palabra (o Verbo) es la acción creadora y transformadora de Dios. Todo fue hecho por medio de ella, y por medio de Cristo, la Palabra hecha carne, tenemos acceso a la vida y a la luz que vencen toda oscuridad. Esta verdad es motivo de gran esperanza. A través de Jesús, Dios no es un ser lejano, sino cercano, caminando con nosotros, comprendiéndonos, amándonos.
El Eclesiástico describe la sabiduría que habita entre los hombres, una imagen que nos conecta con la Palabra de Dios que vino a vivir entre nosotros. Esta sabiduría no es abstracta; tiene un rostro, y es Cristo mismo. Jesús es la sabiduría encarnada, la revelación plena de Dios que nos muestra el camino hacia la vida verdadera.
El salmista nos invita a proclamar: «La Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros«. Este cántico de alabanza celebra la fidelidad de Dios que, al enviar a su Hijo, ha cumplido su promesa de salvación. Hoy podemos celebrar con gozo que Dios ha venido a vivir entre nosotros, trayendo paz y esperanza a nuestras vidas.
En la Carta a los Efesios, san Pablo nos recuerda que hemos sido bendecidos en Cristo con toda clase de bendiciones espirituales. En Él somos adoptados como hijos de Dios, llamados a vivir en santidad y amor. Este conocimiento ilumina nuestro entendimiento y nos llena de esperanza, sabiendo que, a través de Cristo, participamos en la vida divina.
Este domingo, la Palabra hecha carne nos invita a abrir nuestros corazones a su presencia. ¿Cómo acogemos a Cristo en nuestra vida diaria? ¿Cómo dejamos que su luz ilumine nuestras sombras? Jesús, el Verbo de Dios, está aquí para habitar entre nosotros, para traernos consuelo, alegría y redención. Que esta verdad transforme nuestra vida, llenándonos de esperanza en este nuevo año civil que comenzamos.
Con alegría proclamamos: ¡La Palabra se hizo carne y habita entre nosotros! ¡Que su luz brille en nuestros corazones y en el mundo!
(Guía Mensual)
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