Martes, 20 de febrero del 2024
Color: MORADO. I. Semana del Salterio
- Primera Lectura. Is 55, 10-11: “No volverá a mí vacía, sino que hará mi voluntad y cumplirá mi encargo”.
- Salmo Responsorial: 33, 4-5.6-7.16-17.18-19: “El Señor libra de sus angustias a los justos”.
- Evangelio. Mt 6, 7-15: “Pero si no perdonan a los demás, tampoco su Padre perdonará sus culpas”.
“El prójimo se convierte en sacramento revelador de la presencia del Señor”
La Cuaresma como camino de renovación nos desafía a la santidad, la cual no es una construcción nuestra sino del Señor, que es la referencia y el punto de llegada de nuestra fe. Debemos vivir pensando siempre en los caminos del Señor, el cual pasa irremediablemente por la vida del prójimo, el mismo refleja a Jesús. Todo lo que hagamos al prójimo se lo hacemos a Jesús. El punto de referencia de nuestra vida espiritual debería ser cuánto he servido, así se evidencia en el texto evangélico, nos narra el juicio final. La santidad pasa por mi hermano para llegar hacia Dios, y de Dios se hace visible en el rostro del otro.
El Evangelio nos recuerda que la fe se vive encarnada, que la vida de santidad es el reflejo de la relación con el otro. La parábola expuesta por Mateo, más que hablar del final del tiempo, busca dibujar en este tiempo de Cuaresma la necesidad de un mundo capaz de mostrar el amor entrañable de Dios, denunciando al mismo tiempo la deshumanización hecha indiferencia o intolerancia.
La Cuaresma nos ayuda a reconocer que la vida eterna comienza con el cuidado integral de toda la vida, reconociendo el rostro de Cristo en todos los que son marginados o excluidos. El prójimo se convierte en sacramento revelador de la presencia del Señor, y nos invita a reconocerlo como camino de santificación.
Padre, ayúdame a reconocerme hermano de los demás, y que pueda ver tu rostro en ellos, y que desde ellos te sirva a ti Señor.
(Guía Litúrgica)
Si deseas recibir en tu móvil por WhatsApp, únete a este grupo: https://chat.whatsapp.com/KUofplJqn9v4YmiOuRpJF0