• Primera lectura: Gen 9, 8-15: Las aguas del diluvio no volverán a exterminar la vida.
  • Salmo Responsorial: 24: Señor, enséñame tus caminos.
  • Segunda lectura: 1Pe 3,18-3: Jesús está a la derecha de Dios.
  • Evangelio: Mc 1,12-15: Enmiéndense y crean en el evangelio.
  • Color: MORADO.

Por P. Wilkin Castillo, San Juan de la Maguana

Hoy nos adentramos en el primer Domingo de Cuaresma, es una oportunidad como cada año para evaluarnos con relación a nuestra vida de fe y a nuestro compromiso cristiano. Vamos a permitirle a Dios que nos hable al corazón y que tengamos la suficiente valentía de escucharle y obedecerle.

 En aquel tiempo, el Espíritu empujó a Jesús al desierto. El verbo empujar, pudiera verse aquí con un tono medio violento, pero simplemente es una manera de escribir del autor sagrado o hagiógrafo. El desierto puede tener una doble connotación o prestarse como un espacio donde se pueden dar dos escenarios distintos, por un lado, es el lugar idóneo para orar, encontrarse con Dios, encontrarnos con nosotros mismo, reflexionar sobre nuestra fe, sobre nuestro crecimiento personal o sobre una realidad muy concreta que tiene que ver directamente conmigo o con otra persona que amerita de un espacio de silencio y quietud.

 El otro escenario que se puede dar en el desierto es un escenario tosco, árido, en el sentido de ser un lugar no habitable, un ambiente incierto, inseguro, un lugar inhóspito, reseco, con pocas posibilidades de vida. Pero es importante saber que un escenario u otro depende mucho de nosotros mismos, es decir, con que actitud voy al desierto, con cuales prejuicios, con cuales complejos, con cuales seguridades, con cuales recursos, con que certeza.

 Si nos detenemos un poquito a analizar este Evangelio se nos dice que: “En aquel tiempo, el Espíritu empujo a Jesús al desierto, quiere decir, que fue con un propósito que Jesús fue empujado al desierto y este propósito era bueno, por eso digo que el desierto será un ambiente en donde o nos fortalecemos espiritual y corporalmente o nos debilitamos espiritual y corporalmente, tiene que ver con cada persona y con la mentalidad con la cual decido adentrarme en el desierto y encarnar dicho desierto con todo lo que esto significa.

Otro detalle el Evangelio nos da la posibilidad de interpretar un desierto real, con todos los elementos que componen un desierto  como tal y también nos da la libertad de crear nosotros mismo un desierto mental y espiritual, me explico, cada uno de nosotros podemos crear un desierto mental, imaginado, sin la necesidad de salir de la intimidad de nuestro aposento, me llega la frase del Evangelio muy de moda en este tiempo de cuaresma: “Cuando tú vayas a rezar entra en tu cuarto, cierra la puerta y reza a tu Padre, que está en lo escondido, y tu Padre, que ve en lo escondido, te lo pagará. “Se quedó en el desierto cuarenta días, dejándose tentar por Satanás; vivía entre alimañas, y los ángeles le servían.”

En otro evangelio Satanás utiliza explícitamente tres palabras para tentar a Jesús, estas palabras son primero el poder, que es un caramelo envenenado no solo para Jesús sino para todos nosotros si nos dejamos  emborrachar de poder en la vida, el placer, que se presenta de entrada muy agradable y apetitoso, pero que más adelante tiene una repercusión nefasta en nosotros y por último y no por ello menos importante el tener, que se ha convertido en piedra de tropiezo para muchos y en fracaso real y muy lamentable para otros.

Es bueno saber que el número cuarenta adquiere en este Evangelio una fuerza preponderante, pues es de ahí de donde se tomó el nombre de cuaresma, tiempo de intensificar la oración en duración y en calidad, tiempo para ayunar de corazón y de palabrería, tiempo idóneo para hacer obras de caridad manteniendo la debida prudencia y actuando en silencio sin necesidad de tocar campanas por lo que estamos haciendo por el hermano. Me llama poderosamente la atención cuando en el Evangelio expresan a viva voz que: “Jesús se dejó tentar por Satanás, vivía entre alimañas y los ángeles le servían.” Que interesante al mismo tiempo se suceden muchas cosas, el diablo lo tienta, vive entre alimaña, como su primo Juan el Bautista que vivía en el desierto, se alimentaba de saltamontes y miel silvestre, pero ojo, importante y trascendente los ángeles le servían, ahí radica su fortaleza y confianza en su Padre Dios del cielo que en los ángeles no le abandona.

 Finalmente, cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios. Decía: “Se ha cumplido el plazo, está cerca el reino de Dios, conviértanse y crean en el Evangelio.” Es la misma fórmula que utilizamos el miércoles de ceniza para la imposición de la ceniza. Al parecer, el arresto de Juan el Bautista no fue limitación para que Jesús dejara de predicar el Evangelio y llevara a cabo su misión de anunciar que el reino de Dios estaba cerca.  

VI Domingo.  Tiempo Ordinario. Ciclo B

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