Sábado, 4 de enero del 2025
Homilía: II Domingo de Navidad. Domingo. Ciclo C
Homilía: Epifanía del Señor. Ciclo C
- Primera lectura. 1Jn 3,7-10: “El Hijo de Dios se manifestó para deshacer las obras del diablo”.
- Salmo Responsorial: 97,1.7-9: “Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios”.
- Evangelio. Jn 1, 38-42: “Vengan y lo verán”.
Color: BLANCO
“El Cordero de Dios es aquel que quita el pecado del mundo”
Hoy la Palabra nos invita a reflexionar sobre la diferencia entre «mirar» y «ver». Mirar implica simplemente dirigir la vista hacia algo, mientras que ver implica percibir con profundidad, descubrir lo que se encuentra más allá de lo visible. El Evangelio de hoy nos invita a no solo mirar, sino a ver verdaderamente a Jesús, el Cordero de Dios.
En el Evangelio de Juan (1,35-42), Juan el Bautista señala a Jesús y dice: «Este es el Cordero de Dios». Esta declaración tiene un profundo significado. El Cordero de Dios es aquel que quita el pecado del mundo, el sacrificio perfecto que ofrece su vida por nuestra salvación. En la tradición judía, el cordero era el animal sacrificado en la Pascua, y Jesús, con su vida y muerte, cumple esta promesa, liberándonos del pecado y dándonos vida nueva.
Los discípulos de Juan, al escuchar estas palabras, no solo miran a Jesús, sino que lo ven con ojos de fe, entendiendo que es el Mesías prometido. Siguen a Jesús, y cuando Él les pregunta: «¿Qué buscan?», responden con otra pregunta: «¿Maestro, ¿dónde vives?». En este diálogo, Jesús los invita a algo más profundo: «Vengan y verán». No se trata solo de un encuentro físico, sino de una invitación a conocerlo en lo más íntimo, a descubrir quién es Él realmente y lo que puede transformar en sus vidas.
En nuestra vida diaria, Jesús también nos pregunta: «¿Qué buscan?». Tal vez buscamos paz, esperanza, un sentido más profundo para nuestras vidas. Hoy, el Señor nos invita a seguirlo, a ir y ver, a descubrir la profundidad de su amor y su presencia en nuestra existencia. Esta invitación está llena de esperanza porque nos asegura que, al seguir a Jesús, encontraremos lo que realmente necesitamos.
En la Primera Carta de San Juan (3,7-10), se nos recuerda que quienes siguen a Jesús deben apartarse del pecado y vivir como hijos de Dios. Esto no es algo que podamos lograr por nosotros mismos, sino que es posible porque hemos visto al Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Su victoria es nuestra victoria.
El Salmo 97 proclama: «Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios». Hoy, al contemplar al Cordero de Dios, podemos confiar en que la victoria de Cristo sobre el pecado y la muerte ya ha sido alcanzada. Somos invitados a vivir con alegría y esperanza, sabiendo que el Señor ha triunfado y su amor nos envuelve.
Al comenzar este nuevo año, aceptemos la invitación de Jesús: «Vengan y verán». Sigamos sus pasos, profundizando en nuestra relación con Él y viviendo en Su luz. Que este día sea un tiempo de encuentro con el Señor que nos llama a seguirlo y a descubrir la vida plena que solo Él puede dar.
(Guía Mensual)
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