Feria o Memoria Libre: San Eulogio de Córdoba, Presbítero y Mártir
Homilía: Bautismo del Señor. Ciclo C
Jueves, 9 de enero del 2025
- Primera lectura. 1Jn 4,11–18: “No hay temor en el amor, sino que el amor perfecto expulsa el temor”.
- Salmo Responsorial: 71,2.10.12-13: “Se postrarán ante ti, Señor, todos los pueblos de la tierra”.
- Evangelio. Mc 6,45-52: “Ánimo, soy yo, no tengan miedo”.
Color: BLANCO
“Soy yo, no tengan miedo”
¿Cómo te sentirías si vieras a alguien caminando sobre las aguas? Imagina por un momento que eres uno de esos pescadores en la barca, en medio de la noche, con el viento soplando fuerte y las olas golpeando la barca. Ya te sientes cansado, agotado de remar contra la tormenta. Entonces, de repente, ves una figura acercándose sobre el agua. ¿Sería miedo lo primero que sentirías? Quizás incredulidad o incluso confusión.
En el Evangelio de hoy, los discípulos experimentan exactamente esto. Están luchando contra el viento y las olas, sintiéndose solos, cuando ven a Jesús caminando sobre el agua. Su primera reacción es de miedo. Piensan que están viendo un fantasma, porque no pueden creer lo que ven. Pero, en medio de ese caos, Jesús les dice algo que cambia todo: “¡Ánimo! Soy yo, no tengan miedo”. Con esas palabras, el miedo desaparece. Jesús sube a la barca, el viento se calma, y la tormenta termina. En ese momento, los discípulos entienden que no están solos, que Jesús está con ellos incluso en los momentos más difíciles.
Este relato tiene un significado profundo en nuestra vida diaria. Desde la perspectiva de la teología católica, el milagro de Jesús caminando sobre las aguas nos revela su poder divino, pero también su cercanía humana. Nos muestra que Jesús no es solo un espectador distante de nuestras dificultades, sino que entra en nuestras tormentas, camina hacia nosotros, y nos dice: “No temas”. Su presencia en nuestras vidas calma los vientos de la incertidumbre, la ansiedad y el miedo. Así como calmó el mar, también calma nuestros corazones.
En la primera Carta de San Juan, se nos recuerda que Dios es amor, y que el amor perfecto echa fuera el temor. A menudo, como los discípulos, luchamos contra nuestras propias tormentas: problemas personales, dificultades en el trabajo o la familia, y en medio de esas situaciones, nos sentimos solos o perdidos. Pero cuando recordamos que Dios es amor, y que Él está siempre con nosotros, el miedo se desvanece. No hay espacio para el miedo en un corazón lleno del amor de Dios.
De igual manera el salmo nos recuerda que Dios siempre hace justicia a los oprimidos y salva a los necesitados. Jesús, al caminar sobre el agua, nos muestra que no importa cuán fuertes sean las tormentas de la vida, Él siempre viene a salvarnos, a extendernos la mano y a calmar nuestros temores.
San Francisco de Sales dijo: “No se inquieten por las dificultades de la vida; antes bien, en medio de ellas, estén seguros que Dios les cuida”. Las tormentas de la vida no siempre desaparecen de inmediato, pero podemos estar seguros que Jesús camina hacia nosotros en medio de ellas. Su presencia nos da paz y esperanza. Así que, cuando te enfrentes a vientos y olas, recuerda: no estás solo, Él está contigo, diciendo: “No temas”.
(Guía Mensual)
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