• Primera lectura: Is 60,1-6: “Levántate y sonríe”.
  • Salmo Responsorial: 72 (71): “Salvará la vida de los pobres”.
  • Segunda lectura: Ef 3, 2-3a.5-6: “Todos recibimos la misma herencia”.
  • Evangelio: Mt 2, 1-12: “Se postraron y le rindieron homenaje”.

Solemnidad. Color: BLANCO

El sol sale para todos. La luz ilumina cada rincón donde le es permitido entrar. Hoy el mensaje brilla sobre la oscuridad de todos los pueblos haciendo que judíos y gentiles caminen bajo el “resplandor de tu aurora” como un solo pueblo, el pueblo de Dios. Esto es la Epifanía: la manifestación o aparición de Dios no solamente para el pueblo de Israel sino para todo el mundo representado a través de “los Magos del Oriente”. La Epifanía del Señor es para toda persona, de toda procedencia, cultura, lengua, tradición…para toda la humanidad.

Dios siempre ha sido para todos y se ha dado a todos. Somos nosotros que, como el pueblo de Israel, lo encapsulamos mediante cultos y tradiciones. Pero más allá de toda concepción y creencia la dimensión universal del obrar de Jesús ilumina el caminar de cada pueblo. El recién nacido en Navidad da apertura a una vida entregada para la humanidad. La Epifanía no se trata de hermosos vestuarios de Reyes Magos ni de manifestaciones momentáneas. Más bien hoy “también los gentiles son coherederos, partícipes de la misma promesa”. La gracia de un Dios amor se le regala y distribuye equitativamente a la humanidad.

La Epifanía, celebrada con entusiasmo, nos recuerda que a todos se nos revela el misterio siempre actual; el Espíritu no es exclusivo de un pequeño grupo. Dios conforma una única humanidad bajo una misma promesa realizada mediante el Evangelio, la buena noticia. La salvación es para el mundo, para todo corazón. Dios se alegra en ayudarnos a levantarnos para seguir la “estrella” que nos descubre las profundidades de nuestros corazones. Una estrella que nos saca de nuestras seguridades y oscuridades para iluminarnos hacia el encuentro con el que ha nacido en plena humildad. Nos ilumina el “camino” para que también adoremos al que es camino, verdad y vida.

La Epifanía, pues, es motivo de entusiasmo y alegría desbordante. Hoy la luz nos aleja de todo mal (representado en la figura de Herodes) para encaminarnos por el viaje siempre esperanzador acompañados por el caminante Jesús. Camino siempre abierto y de radiante esplendor para que “Él libre al pobre que clama, al afligido que no tiene protector; para que Él se apiade del pobre y del indigente, y salve la vida de los pobres”.

(Guía Litúrgica)

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