Domingo, 9 de junio del 2024. II Semana
- Primera lectura: Gen 3, 9-15: “Oí tu ruido en el jardín y me dio miedo”.
- Salmo Responsorial: 130(129): “Desde lo hondo a ti grito, Señor”.
- Segunda lectura: II Cor 4, 13-5,1: “Nuestro interior se renueva cada día”.
- Evangelio: Mc 3, 20-35: “El pecado contra el Espíritu”.
Color: VERDE
“Creí, por eso hablé”
Primera Lectura: Gén 3, 9-15
Lectura del libro del Génesis
Después que Adán comió del árbol, el Señor lo llamó: «¿Dónde estás?» Él contestó: «Oí tu ruido en el jardín, me dio miedo porque estaba desnudo, y me escondí”.
El Señor le replicó: «¿Quién te informó que estabas desnudo? ¿es qué has comido del árbol del que te prohibí comer?»
Adán respondió: «La mujer que me dijiste por compañera me ofreció del fruto y comí”. El Señor Dios dijo a la mujer: «¿Qué es lo que has hecho?» Ella respondió: «La serpiente me engañó y comí”.
El Señor Dios dijo a la serpiente: «Por haber hecho eso, serás maldita entre todo el ganado y todas las fieras del campo; te arrastrarás sobre el vientre y comerás polvo toda la vida; establezco hostilidad entre ti y la mujer, entre tu estirpe y la suya: ella te herirá la cabeza cuando tú la hieras el talón”.
Palabra de Dios
Salmo Responsorial: 129,1-2.3-4ab.4c-6.7-8
R/. Del Señor viene la misericordia, la redención copiosa
Desde lo hondo a ti grito, Señor; Señor, escucha mi voz; estén tus oídos atentos a la voz de mi súplica. R/.
Si llevas cuenta de los delitos, Señor, ¿quién podrá resistir? Pero de ti procede el perdón, y así infundes respeto. R/.
Aguarde Israel al Señor, como el centinela la aurora; porque del Señor viene la misericordia, la redención copiosa; y él redimirá a Israel de todos sus delitos. R/.
Segunda Lectura: II Cor 4, 13-5, 1
Lectura de la Segunda Carta del Apóstol San Pablo a los Corintios
Hermanos: Teniendo el mismo espíritu de fe, según lo que está escrito: “Creí, por eso hablé”, también nosotros creemos y por eso hablamos, convencidos de que quien resucitó al Señor Jesús, también con Jesús nos resucitará y nos hará estar con ustedes. Todo es para su bien. Cuantos más reciban la gracia, mayor será el agradecimiento para gloria de Dios.
Por eso, no nos desanimemos. Aunque nuestra condición física se vaya deshaciendo, nuestro interior se renueva día a día. Y una tribulación pasajera y liviana produce un inmenso e incalculable tesoro de gloria. No nos fijemos en lo que se ve, sino en lo que no se ve. Lo que se ve, es transitorio, lo que no se ve es eterno.
Si se destruye este nuestro tabernáculo terreno, tenemos un sólido edificio construido por Dios, una casa que no ha sido levantada por mano de hombre y que tiene una duración eterna en los cielos.
Palabra de Dios
Evangelio: Mc 3, 20-35
Lectura del Santo Evangelio según San Marcos
En aquel tiempo volvió Jesús a su casa, y se juntó tanta gente, que no los dejaban ni comer. Al enterarse su familia, vinieron a llevárselo porque decían que no estaba en sus cabales. Unos letrados que habían bajado de Jerusalén decían: «Tiene dentro a Belcebú y expulsa los demonios con el poder del jefe de los demonios”.
Él los invitó a acercarse y les puso estas comparaciones: «¿Cómo va a echar Satanás a Satanás? Un reino en guerra civil no puede subsistir, una familia dividida no puede subsistir. Si Satanás se rebela contra sí mismo para hacerse la guerra, no puede subsistir, está perdido. Nadie puede meterse en la casa de un hombre forzudo para arramblar su ajuar, si primero no lo ata; entonces podrá arramblar con la casa. Créanme, todo se le podrá perdonar a los hombres: los pecados y cualquier blasfemia que digan, pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo no tendrá perdón jamás; cargará con su pecado para siempre”. Se refería a los que decían que tenía dentro un espíritu inmundo.
Llegaron su madre y sus hermanos, y desde fuera lo mandaron a llamar. La gente que tenía sentada alrededor le dijo: «Mira, tu madre y tus hermanos están fuera y te buscan”. Les contestó: «¿Quiénes son mi madre y mis hermanos?» Y paseando la mirada por los que estaban sentados en círculo alrededor de él, dijo: «Estos son mi madre y mis hermanos. El que cumple la voluntad de Dios, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre”.
Palabra del Señor
COMUNIÓN ESPIRITUAL
“Creo, Jesús mío, que estás presente en el Santísimo Sacramento del Altar; te amo sobre todas las cosas y deseo recibirte en mi alma. Ya que ahora no puedo hacerlo sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón. Como si ya te hubiese recibido, te abrazo y me uno todo a Ti. No permitas, Señor, que vuelva jamás a abandonarte”.
(San Alfonso María de Ligorio).
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