Martes, 28 de mayo del 2024
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- Primera Lectura. I Pe 1, 10-16: “El que los llamó es santo; como él, sean también ustedes santos en toda su conducta”.
- Salmo Responsorial. 97, 1.2-3ab.3c-4: “El Señor da a conocer su victoria”.
- Evangelio. Mc, 10, 28-31: “Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido”.
“El reino de Dios opera bajo principios diferentes a los del mundo”
El Señor busca discípulos, seguidores, amigos. Su llamada es universal. ¡Es una oferta fascinante! El Señor nos da confianza. Pero pone una condición para ser discípulos, condición que nos puede desanimar: hay que dejar «casa, hermanos, hermanas, madre, padre, hijos o hacienda por mí y por el Evangelio» (Mc 10,29).
Hoy Jesús nos invita a confiar en Él, sabemos que para Dios nada hay imposible y Él nos dará su gracia para dejarlo todo y seguirle, y, sobre todo, Él nos dará su gracia para soportar las persecuciones. El camino no es fácil, pero la fe nos dice que encontraremos la felicidad plena, como dice Pedro en otro lugar: “A dónde vamos a ir, tú solo, Señor, tienes palabras de Vida Eterna”.
Hoy, Dios nos sigue buscando, nos sigue invitando a cambiar de rumbo, a que hagamos las cosas diferentes, a descubrir cuál es la su voluntad en nuestra vida. Es bueno plantearse si nosotros podemos decir como Pedro: “Lo hemos dejado todo y te hemos seguido”. Cada uno examínese y vea si realmente lo ha dejado todo o todavía tiene el corazón apegado a algo que le impide seguir al Señor con plena libertad interior. Optar por Cristo siempre será la mejor opción de nuestra vida, porque Él es el que da sentido a ella.
En este pasaje, Pedro resalta el hecho (de) que ellos lo han dejado todo para seguir a Jesús. Es importante comprender que el mensaje de Jesús no es un llamado a abandonar nuestras responsabilidades o relaciones, sino a poner a Dios en primer lugar en nuestras vidas.
Para seguir al Señor, implica dejarse amar por Él y amarlo. Totalmente estar enamorado de Aquel que te da la vida. Al seguir a Jesús, a veces nos enfrentamos a decisiones difíciles y sacrificios personales. Puede que nos alejemos de comodidades materiales, de ciertas relaciones o incluso que enfrentemos persecuciones por nuestra fe. Sin embargo, Jesús nos asegura que cualquier sacrificio que hagamos por Él y por el evangelio será recompensado en esta vida y en la venidera.
Es importante destacar que la recompensa de Dios no se limita únicamente a lo material. Él nos promete recibir cien veces más en cuanto a relaciones y comunidades de fe. Cuando seguimos a Jesús, nos unimos a una gran familia compuesta por hermanos y hermanas en la fe que nos apoyarán, nos animarán y estarán allí para nosotros en todas las etapas de la vida.
Además, Dios promete darnos una vida eterna junto a Él. Esta es una esperanza que nos llena de alegría y consuelo, sabiendo que nuestra vida en esta tierra no es todo lo que hay, sino que hay una vida eterna en comunión con Dios.
Jesús termina este pasaje con un mensaje poderoso: «Pero muchos que son los primeros serán los últimos; y los últimos, primeros». En otras palabras, nos muestra que el reino de Dios opera bajo principios diferentes a los del mundo.
Reflexionar sobre este pasaje bíblico de Marcos nos invita a examinar sinceramente nuestras prioridades y nuestra disposición para seguir a Jesús. Nos anima a confiar en las recompensas de Dios y en Su plan perfecto, aunque a veces no entendamos completamente. Lo importante aquí es creerle a Jesús y trabajar a favor del Reino para que al final obtengamos lo que en realidad nos tocará.
(Guía Litúrgica)
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