Memoria Libre: Nuestra Señora de Fátima
Lunes, 13 de mayo del 2024
Color: BLANCO
- Primera Lectura. Hch 19, 1-8: “Pablo fue a la sinagoga y durante tres meses habló en público sobre reino de Dios, tratando de persuadirlos”.
- Salmo Responsorial: 67, 2-3.4-5ac.6-7ab: “Reyes de la tierra, canten al Señor”.
- Evangelio. Jn 16, 29-33: “En el mundo tendrán luchas; pero tengan valor: yo he vencido al mundo”.
“En Jesús, tendremos paz”
El bautismo de Juan fue un llamado al arrepentimiento a través de la confesión de los pecados. Incluye no solo un cambio de mentalidad, sino una nueva dirección de la voluntad, un propósito y una actitud alterados. El viejo estilo de vida se ha ido y comienza una nueva forma de vida cuando una persona decide seguir al Señor y caminar en sus pasos.
El bautismo de Cristo, por otro lado, fue para el cumplimiento de toda justicia que va más allá del arrepentimiento. “Entonces Jesús vino de Galilea a Juan al Jordán, para ser bautizado por él. Mas Juan se le oponía, diciendo: Yo necesito ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí? Pero Jesús le respondió: Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia. Entonces le dejó” (Mateo 3,13-15). Después del arrepentimiento, el Señor llama al creyente a cumplir toda justicia.
Por otra parte, en el libro de los Hechos de los Apóstoles se entiende, claramente, que habría alguna diferencia entre uno y otro bautismo, cuando Pablo pregunta a algunos discípulos: ¿qué bautismo han recibido? (Hech 19, 3). Los discípulos responden que habían recibido el bautismo de Juan.
En efecto, cuando Pablo llega a Éfeso se encuentra con algunos discípulos y les pregunta si habían recibido el Espíritu Santo al momento de abrazar la fe e inmediatamente marca una diferencia entre uno y otro bautismo diciendo: “Juan bautizó con un bautismo de conversión, diciendo al pueblo que creyesen en el que había de venir después de él, o sea en Jesús. Cuando oyeron eso, se bautizaron en el nombre de Jesús” (Hech 19, 4-5).
En el Evangelio según San Juan, Jesús les dijo esto a sus discípulos durante la cena de Pascua, antes de ser arrestado, a fin de prepararlos para cuando Él se fuera. Podemos imaginarnos lo sorprendidos o atónitos que se quedaron los apóstoles, al saber que su Maestro ya no estaría con ellos. Sin duda era algo que habían escuchado antes, pero jamás se imaginaron que la tragedia llegaría tan pronto.
Pese a todo, y sucediera lo que sucediera, el Señor les dijo que, en Él, ellos tendrían paz, una paz que quiere decir un sentido de reposo interior y emocional, que contrasta con la idea de tensión o conflicto. La profunda paz interior que Jesús prometió significa reposar en Dios y confiar en Él por medio de su Hijo. De esta forma, los apóstoles encontrarían la paz necesaria para soportar la muerte del Señor y todas las situaciones que vendrían después. La misma paz puede ser nuestra si permanecemos en Cristo.
Pero también les dijo que en el mundo encontrarían tribulación y sufrimiento, vale decir, las presiones causadas por los males de la sociedad, las persecuciones a manos de los enemigos de Dios y las angustias propias de la inseguridad. Jesús advertía a sus discípulos que se cuidaran de volver al mundo, porque allí sólo encontrarían sufrimiento, cuya esencia misma es la discordia que siembra el pecado para alejarnos de Dios y del prójimo.
(Guía Litúrgica)
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