Moniciones: VI Domingo de PACUA. Ciclo B

Color: BLANCO

  • Primera Lectura. Hch 16, 1-10: “Las Iglesias se robustecían en la fe y crecían en número de día en día”.
  • Salmo Responsorial: 99, 1-2-3.5: “Aclama al Señor, tierra entera”.
  • Evangelio. Jn 14, 7-14: “Si el mundo les odia, sepan que me ha odiado a mí antes que a ustedes”.

Queridos hermanos reciban la paz de Jesucristo nuestro Señor que nos ama de manera incondicional.

Las palabras de Jesús en este Evangelio vienen a fortalecer el esfuerzo de los cristianos en su lucha por defender a los que sufren. Este Evangelio es un aliento para los que viven la coherencia de una vida de entrega y servicio a los pobres, a los desdichados de la tierra. Las palabras del Maestro fortalecen nuestra disposición de transformar la sociedad en que vivimos.

Pedro les dijo que había aprendido que el Evangelio de Jesucristo es para todos. El Espíritu Santo no es patrimonio de nadie y llega a personas y lugares insospechados.

Este es el camino que debe recorrer el que un día decidió seguir a Jesús acompañándolo en el dolor de los rostros sufrientes como nos dice el Documento de Puebla.

El que preside: Siguiendo con nuestros pasos las huellas de Cristo y obteniendo de él la fuerza para vivir con fidelidad la vida del Evangelio, digamos: “Haznos discípulos tuyos señor.

1.- Por la Iglesia, para que, consiente que ha sido salvada y redimida por Cristo muerto y resucitado, no se desanime ante la persecución, sino que la combata con las armas de Dios, que son la fe, la humildad y la mansedumbre.  Roguemos al Señor.

2.- Por todos los consagrados, para que cada día renueven su gratitud a Dios por el don de la vocación e imploren de Él la docilidad necesaria para avanzar en el camino de seguimiento.  Roguemos al Señor.

3.- Por el don de la paz entre los pueblos, en las familias y en nuestras comunidades, para que el perdón y la acogida recíproca encuentre finalmente espacio en el corazón de todos.  Roguemos al Señor.

4.- Por nuestros hermanos, parientes, amigos y benefactores difuntos, para que todos puedan gozar de la vida resucitada en los cielos, contemplando el rostro glorioso del señor Jesús.  Roguemos al Señor.

El que preside: Padre, custodia Por los caminos del mundo el pueblo que con la muerte y resurrección de tu Hijo has salvado y redimido.  Por Jesucristo nuestro, Señor.  Amén.

Gregoria Mejía Hilario/greymhilario@gmail.com

“Creo, Jesús mío, que estás presente en el Santísimo Sacramento del Altar; te amo sobre todas las cosas y deseo recibirte en mi alma. Ya que ahora no puedo hacerlo sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón. Como si ya te hubiese recibido, te abrazo y me uno todo a Ti. No permitas, Señor, que jamás me separe de ti”. Amén.

(San Alfonso María de Ligorio).

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