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  • Primera Lectura. Hch 7, 51-8, 1a: “Esteban, lleno de Espíritu Santo, fijando la mirada en el cielo, vio la gloria de Dios”.
  • Salmo Responsorial: 30, 3cd-4.6ab.7b.8a.17 y 21ab: “A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu”.
  • Evangelio. Jn 6, 30-35:“Señor, danos siempre de este pan”.

Estimados hermanos en la presencia santa de Cristo resucitado, muy buenos días, tardes o noches.

La liturgia de este día nos anima a creer si pedir signos ni prodigio

El que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí no tendrá sed jamás». Estas palabras de nuestro Señor aún buscan espacio en nuestro tiempo para ser creídas y aceptadas. Solo la gracia santificante del Espíritu Santo abre nuestros corazones para creer vivamente en Jesús, pan de vida, agua que sacia eternamente la sed. Jesús es el mayor signo que se dio en sacrificio por nuestros pecados y para nuestra salvación.  

Cayendo de rodillas y clamando con voz potente, dijo: «Señor, no les tengas en cuenta este pecado”.

Clamemos a Jesús y esforzándonos por ser entes propagadores de ese pan de vida que nos sostiene y promete saciar la sed.

El que preside: A Dios Padre, fuente de todo bien, dirijamos nuestra súplica. Repitan, por favor: «Haz que tengamos hambre y sed de ti, Señor.

1.- Por todos los cristianos, para que vean en Jesucristo la respuesta del Padre a nuestra oración “Danos hoy nuestro pan de cada día” y viva con asombro y gratitud el don de la Eucaristía.  Roguemos al Señor.

2.- Por el Papa y los ministros, para que transmitan un mensaje grande a la santa misa, que debe ser vivida como el sacramento de la salvación capaz de transformar concretamente la vida.  Roguemos al Señor.

3.- Por los oprimidos y los perseguidos, para que el “pan del cielo” lleve paz a la vida de aquellos que escogen el perdón como respuesta a la violencia que han sufrido.  Roguemos al Señor.

4.- Por todos aquellos que sufren por haber intentado saciar el «hambre» de amor con vicios y pasiones inmorales, para que el Espíritu Santo sane las heridas causadas por el pecado.  Roguemos al Señor.El que preside: Te alabamos padre bueno porque has ayudado a tu pueblo en camino con el Maná bajado del cielo que dura para siempre tu hijo Jesús el que vive y ama Por los siglos de los siglos. Amén.

Gregoria Mejía Hilario/greymhilario@gmail.com

“Creo, Jesús mío, que estás presente en el Santísimo Sacramento del Altar; te amo sobre todas las cosas y deseo recibirte en mi alma. Ya que ahora no puedo hacerlo sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón. Como si ya te hubiese recibido, te abrazo y me uno todo a Ti. No permitas, Señor, que vuelva jamás a abandonarte”.

(San Alfonso María de Ligorio).

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