Lunes, 11 de marzo del 2024
Color: MORADO. IV Semana del Salterio
- Primera Lectura. Is 65, 17-21: “Miren, yo voy a crear un nuevo cielo y una nueva tierra”.
- Salmo Responsorial: 29, 2.4.5-6.11-12a. y 13b: “Te ensalzaré, Señor, porque me has librado”.
- Evangelio. Lc 4, 24-30: “Pero Jesús se abrió paso entre ellos y se alejaba”.
“Anda, tu hijo está curado”
El profeta Isaías, una vez finalizado el destierro del pueblo de Israel, anuncia un cielo y una tierra nuevos, como premio a aquellos que han permanecido fieles al Señor y no se han dejado seducir por las idolatrías de los que los habían llevado al exilio. Este fragmento es un cántico a la esperanza y, sobre todo, a la misericordia de Dios, pues pone en sus labios lo que el Señor le ha indicado.
Presenta un marco idílico donde habrá gozo y alegría perpetua, donde no se oirán gemidos ni llantos. Se desecha el riesgo de guerras y catástrofes e intentando olvidar todas las desdichas pasadas. Habla de que esta situación se mantendrá en el futuro y que el gozo será permanente. Con todo esto, el profeta nos invita a ser constantes en la fe, fieles al Señor a pesar de las adversidades, convencidos de nuestras creencias, pase lo que pase.
La constancia es premiada por Dios, por lo tanto, seamos fieles en su seguimiento, pues el futuro será halagüeño. A pesar de todo lo malo que nos pueda pasar, hay que mantener la esperanza y decir junto al salmista: “Te ensalzaré Señor, porque me has librado. Señor, sacaste mi vida del abismo. Cambiaste mi luto en danzas”.
El evangelista san Juan nos relata cómo Jesús vuelve a Galilea desde Jerusalén, donde había realizado varios signos y, tras pasar por Samaria, se dirige a Caná, donde había transformado el agua en vino. Jesús indica a sus discípulos que un profeta no es bien recibido en su tierra, sin embargo, los galileos lo recibieron bien, porque habían visto los signos que había realizado en Jerusalén.
Un funcionario real, que tenía un hijo enfermo, le pide que baje a Cafarnaúm a curar a su hijo que se moría. Jesús les recrimina que no crean si no ven prodigios; pero ante la insistencia del funcionario, le dice: “anda, tu hijo está curado”. El funcionario no lo puso en duda, creyó en lo que Cristo le había dicho y se puso en camino. Esto es lo que nos pide el Señor en esta cuaresma: que creamos y nos pongamos en camino hacia la Pascua.
Este tiempo es un tiempo de renovación, de movimiento, no debemos quedarnos quietos, arropados porque ya pertenecemos a tal o cual grupo religioso; porque somos “cumplidores”, ya que vamos asiduamente a misa y practicamos los preceptos.
Jesús nos pide que nos pongamos en camino, que no seamos “agua estancada”, sino al contrario, corriente de agua que fluye sobre las peñas sin descanso, hasta alcanzar el remanso que significa la desembocadura en el mar o en otro río, pero con el movimiento constante de búsqueda de Dios. Creamos, como hizo el funcionario, y pongámonos en camino en busca de Jesús.
(Guía Litúrgica)
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