Jueves, 7 de marzo del 2024
Color: MORADO. III Semana del Salterio
- Primera Lectura. Jr 7, 23-28: “Aquí está la gente que no escuchó la voz del Señor su Dios y no quiso escarmentar”.
- Salmo Responsorial: 94, 1-2.6-7.8-9: “Ojalá escuchen hoy la voz del Señor: no endurezcan su corazón”.
- Evangelio. Lc 11, 14-23: “El que no está conmigo, está contra mí; el que no recoge conmigo, desparrama”.
“Jesús ha venido a anunciarnos el proyecto de Dios sobre toda la humanidad”
Una historia de amor quedó rota muchas veces. No cualquier historia de amor, sino la historia de amor de Dios con su pueblo. Dios quiso demostrar su enorme amor a su pueblo acercándose a él, haciendo un pacto, una alianza de amor con él. “Yo seré su Dios y ustedes serán mi pueblo”. No le basta con haberle creado, busca mantener con su pueblo unas relaciones cercanas, presididas por su amor.
Como prueba de ello, y porque es Dios y sabe bien los recovecos de la vida humana, le indica el camino a seguir a través de sus enseñanzas y mandamientos. Y con todo el cariño posible les dice: “Escuchen mi voz… Caminen por el camino que les mando, para que les vaya bien”.
Pero el pueblo, con harta frecuencia, no escuchó su voz, y el Señor con dolor reconocía: “No escucharon ni prestaron oído, caminaban según sus ideas, según la maldad de su corazón obstinado, me daban la espalda y no la frente”, Aunque sabemos que siempre hubo “un resto” del pueblo que escuchó la voz de su Dios y le hizo caso.
Ya que Jesús, llegada la plenitud de los tiempos, vino a renovar e intensificar este pacto de amor con toda la humanidad, y ya que estamos en Cuaresma podemos preguntarnos cómo va nuestra historia personal de amor con Jesús.
Una variante de lo que hemos dicho, la vemos en el Evangelio de hoy. Unos se acercan a Jesús, le piden ser curados por Él, le aceptan, se admiran, y otros le rechazan esgrimiendo toda clase de argumentos. Ante la curación de un mudo poseído por el demonio, “algunos dijeron: si echa los demonios es por arte de Belcebú, el príncipe de los demonios”. Un argumento pobre e ilógico que Jesús rebate con claridad. De esta manera, Satanás estaría contra sí mismo, estaría en guerra civil.
Jesús aprovecha esta ocasión para hablarles del reino de Dios, el núcleo principal de su predicación. Jesús ha venido a anunciarnos el proyecto de Dios sobre toda la humanidad. Es lo que él llama el reino de Dios. Es decir, esa sociedad que acepta el acercamiento amoroso de Dios a toda la humanidad y que Dios, que es amor, reine y dirija su vida, y que no tengan cabida los contrarios, como pueden ser el dinero, el poder, la mentira, la corrupción, el mal personificado en el demonio.
Dios está dispuesto a tener unas relaciones de amor con toda la humanidad. Su amor se lo ofrece a todos. En nuestras manos está aceptar a Dios o rechazarlo y que sean sus contrarios los que rijan nuestra vida. Pero una prueba (de) que el Reino de Dios ya ha llegado es que Jesús vence a uno de sus enemigos, al demonio, y lo expulsa de los endemoniados. Por eso, “si yo echo los demonios con el dedo de Dios, entonces es que el Reino de Dios ha llegado a ustedes”.
(Guía Litúrgica)
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