(Feria o Memoria Libre: San Vicente, Diácono y Mártir)
Del 18 al 25 Octavario de Oración por la Unidad de los Cristianos
Lunes, 22 de enero del 2024
Color: ROJO
- Primera Lectura. II Sam 5, 1-7.10: “Pero David conquistó el alcázar de Sión, o sea, la llamada Ciudad de David”.
- Salmo Responsorial: 88, 20.21-22.25-26: “Mi fidelidad y misericordia lo acompañarán”.
- Evangelio. Mc 3, 22-30: “Si Satanás se rebela contra sí mismo, para hacerse la guerra, no puede subsistir, está perdido”.
“El Espíritu de Dios unifica y guía al pueblo por caminos de justicia y bienestar”
Jesús continúa encontrándose con opositores. Sus palabras y acciones son fuente de conflicto. Lo acusan de obtener su poder del mal siendo malinterpretado su proyecto salvífico. Pero con la autoridad que le confiere la verdad del mensaje de su Padre, reafirma que el Reino de Dios está gestándose hoy entre ellos y que su autoridad procede de Dios. Les advierte, además, sobre la gravedad de blasfemar en contra del Espíritu Santo debido a interpretaciones y creencias que provienen de corazones endurecidos. Los que se oponen a la fuerza divina del Espíritu no logran experimentar la obra real y verdadera de Dios que siempre actúa entre todos.
La declaración de Jesús al decir que “el que blasfeme contra el Espíritu Santo no tendrá perdón jamás, cargará con su pecado para siempre” ha sido punto de discusión entre los teólogos. Sin embargo, muchos interpretan esta cita como una advertencia sobre lo peligroso que resulta el rechazo constante a la gracia de Dios que impide la posibilidad del arrepentimiento y el perdón. Dios perdona todo pecado, pero cuando existe una actitud del corazón abierta. Jesús probablemente quiere hacer entender a los escribas (intérpretes en la Ley) que un corazón cerrado no puede abrirse a la acción sanadora y salvífica del Espíritu Santo.
El Espíritu de Dios unifica y guía al pueblo por caminos de justicia y bienestar. No es un espíritu divisor. Hoy el mismo Espíritu Santo que ungió a David, nos cohesiona y une regalándonos su bendición. Dios cumple su promesa y alianza con el pueblo y nos invita, una vez más, a seguir bajo el liderazgo de Jesús, así como lo hizo David. Ojalá siempre estemos abiertos al Espíritu y digámosle como en Pentecostés: “¡Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo!”.
(Guía Litúrgica)
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