Feria o Memoria de la Virgen María (VI día de la novena)
Miércoles, 17 de enero del 2024
Color: VERDE (BLANCO/AZUL)
- Primera Lectura. I Sam 17, 32-33.37.40-51: “Anda, úngelo, porque es éste”.
- Salmo Responsorial: 143, 1.2.9-10: “Bendito el Señor, mi Roca”.
- Evangelio. Mc 3, 1-6: “Jesús le dijo al que tenía la parálisis: «Levántate y ponte ahí en medio”.
“La fuerza de Dios nos energiza, motiva e impulsa a superar nuestras limitaciones”
Hoy Jesús cura durante el sábado lo cual, es visto como una afrenta a las normas, tradiciones y creencias religiosas de su tiempo. Era día de descanso, renovación física y espiritual y conexión con la creación. Además, para el judío practicante, la observancia del sábado estaba enraizada en la ley. Las actuaciones de Jesús, por tanto, agitaban y eran motivo de controversia. Pero ¿qué prima en el hombre el ritual, ley y tradición? Para el Dios de Jesús ¿dónde encontramos el propósito más profundo del sábado?
Jesús responde a estas interrogantes con tres preguntas: “¿Qué está permitido en sábado?, ¿hacer el bueno o el mal?, ¿salvarle la vida a un hombre o dejarlo morir?” Su respuesta calla al auditorio que bien sabe que la vida del hombre siempre debe primar. Hoy también se nos hacen estas tres preguntas. A cada uno le toca responderlas personalmente. A veces nos regimos tanto por los legalismos, las formas y las normativas que se nos olvida priorizar la liberación y restauración del hombre mediante la misericordia, el amor y una comprensión espiritual más profunda sobre las observancias de “la Ley”.
Sin embargo, así como con David, es importante vencer nuestros miedos ante los gigantes de la vida que quieren destruir nuestra espiritualidad católica. En David aprendemos cómo la fe vence todo temor. La valentía del pequeño pastor no sucumbe ante las voces de la duda y deposita su confianza en la voz de su Señor. Esta confianza nos fortalece a pesar de que pensemos que carecemos de las fuerzas y los medios. La fuerza de Dios nos energiza, motiva e impulsa a superar nuestras limitaciones. No siempre venceremos utilizando los medios tradicionales ni mediante las expectativas sociales. El amor vence cuando ayudamos a salvar – sanar – la vida de las personas con quienes interactuamos. Cuando nos dejamos guiar por la fuerza del Espíritu, nos abrimos a recibir su fuerza en la oración, nos robustecemos con los sacramentos y todos los medios sanos que nos ofrece la vida. De esta manera podremos enfrentar los gigantes filisteos de este mundo.
(Guía Litúrgica)
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