Lunes, 25 de septiembre del 2023

Color: VERDE

  • Primera Lectura. Esd 1, 1-6: “Todos los reinos de la tierra los ha puesto en mis manos el Señor”.
  • Salmo Responsorial. 125, 1-2ab.2cd-3.4-5.6: “Señor ha estado grande con nosotros”.
  • Evangelio. Lc 8, 16-18: “Nadie enciende un candil y lo tapa con una vasija o lo mete debajo de la cama”.

Cristo es la respuesta al mundo

Este es uno de los textos más externamente escandalosos de todo el evangelio, el mensaje de Jesús en las bienaventuranzas, se resumía como un don que se halla abierto hacia los pobres: al que no tiene se le ofrece la plenitud del reino; al que confía en su riqueza se le dice que vendrá a quedar vacío. Ahora se proclama algo totalmente contrario: Al que tiene se le dará, al que no tiene se le quitará hasta lo que cree tener.

¿Cómo se entiende esta palabra? La primera frase se refiere a la condición del hombre ante la gracia; frente al don original de Dios es necesario estar vacíos, por eso la ventaja es de los pobres, los hambrientos, los que saben su pecado y se mantiene a la espera.

La lectura para hoy se sitúa sobre un fondo diferente; nos hallamos frente al hombre, que se ha abierto ante la gracia. El que tiene, es decir, el que se mantiene abierto ante el don de la vida que Cristo le ofrece recibirá más (recibirá la plenitud del reino); por el contrario, aquél que no tiene (que no ha dejado que la gracia le penetre) perderá aun aquello que parecía poseer. Nos hallamos ante el misterio de la perdición definitiva (del fracaso) de aquél que no ha vivido en el plano de la gracia, por más que su existencia fuera rica en otros planos (en lo económico, intelectual, social).

Aparentemente los criterios de Dios no son como los nuestros ya que Dios es magnánimo y nosotros o puede ser que no tengamos los mismos ojos ante las circunstancias. La luz que no se puede ocultar, es la verdad de Cristo y su evangelio. Nada hay oculto que no llegue a descubrirse. La luz de la gracia cuando penetra en el interior, lo vuelve transparente hacia los otros y lo abre hacia el misterio de la vida (resurrección).

El mensaje de Jesús se resume como un don que se halla abierto hacia los pobres: al que no tiene se le ofrece la plenitud del reino; al que confía en su riqueza se le dice que vendrá a quedar vacío. Al que tiene se le dará, al que no tiene se le quitará hasta lo que cree tener. La luz se refiere a la condición del hombre ante la gracia. La fe, la Palabra, no es para ser guardada sino compartida, comunicada. La Palabra debe ser amada y vivida. De otro modo sucederá lo mismo que con la semilla que se guarda: termina perdiendo la vida, podrida o estéril.

Para crecer en lo que se posee o incluso para no perderlo, es necesario comunicarlo. Lo que no se comunica deja de ser auténtico y se muere. Por eso podemos hablar de una fe viva y una fe muerta. La fe viva es la que se hace activa por el amor (Gál 5,6).

Las cosas de Dios no se aseguran guardándolas sino regalándolas, pues todo es gracia, todo es don o regalo. Toda la dificultad está en el modo de entender a Cristo. Cristo es la respuesta al mundo. Los dones de Dios no son posesión de uno, ni de un grupo, son gracias que transforman al hombre en donador constante y total (Lc 6,27-36). El don es para ser vivido y mostrado en el ejemplo. Por eso te pedimos, Señor, que nos ayude a cumplir tu Palabra para que nuestro ejemplo esté lleno de honestidad.

(Guía Litúrgica)

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