- Primera lectura. Jr 17, 5-10: “Yo, el Señor, penetro el corazón, sondeo las entrañas; para dar al hombre según su conducta, según el fruto de sus acciones”.
- Salmo Responsorial. 1, 1-2.3.4 y 6: “Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor”.
- Evangelio. Lc 16, 19-31: “Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no se convencerán ni aunque resucite un muerto”.
Color: MORADO
Jueves Cuaresmal de Lázaro
El Sacramento de nuestra fe es el Pan Eucarístico que nace de las manos del Sacerdote destinado a los que están en las calles mendigando, a los de cualquier edad que están sin techo, deambulando, expuestos a los peores peligros y abusos. Es deber cristiano, nos señala la Cuaresma, el calmar su hambre y sanar su llagas que son las mismas de Cristo en su Pasión. Es garantía nuestra para entrar al Reino de los Cielos. Hijos de Abrahán por la fe en Cristo Jesús somos. De tantas bendiciones, bienes y dádivas nos ha colmado nuestro Padre Celestial.
El Jueves del Trigo de Dios nos inspira a dar gracias con el signo del amor a Dios y a los hombre de toda raza, condición y color. Hoy ha salido el sol. Lo hemos visto, y sentido su calor. Un privilegio sudar bajo sus rayos de luz, de Jesucristo, Sol que nace de lo alto Justicia de Dios para todos, que nos ilumina al dar Pan de comer, nos da a la vez su Paz que sobrepasa todo entendimiento… y ya no tenemos que buscar más cosas que nos que nos dejan ansiosos e insatisfechos. El mundo, sus placeres, teneres y apariencias nos hacen gastar y desgastar en aquello que terminará en la basura. Vinimos a la Santa Misa porque estamos sedientos.
Las llamas del dolor, del pecado y de la muerte nos drenan y nos ponen ensobre alerta. ¡Queremos de manos de Jesús y de María agua beber!
Al darnos al fin, después de tanto tiempo por las restricciones de la pandemia la Paz, antes de comulgar, reconozcamos que tenemos la misma piel, y hagamos el compromiso de hacer las cosas de buena fe. El mismo Pan del Cielo nos une, busquemos al Señor con corazón sincero y bueno, su Espíritu habita allí por la recepción continua de los Sacramentos de la Iglesia.
Ahora se abrirá el manantial de la Gracia Divina para que demos a los demás, en especial a los lazaros mendigos. Si hemos sembrado mares de caridad, eso recogeremos después de morir. Libres de toda condenación, recompensados seremos y los nuestros serán bendecidos por el sin fin de obras de caridad y misericordia que hagamos en esta vida. ¡Líbranos Señor del fuego del suplicio de la condenación eterna por nuestras obras!
En Jesús, José y María
Evangelizar según el Magisterio de la Iglesia
P. Manuel García: epam45@gmail.com
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