Pbro. Felipe de Jesús Colón Padilla (Párroco de la Parroquia Jesús Maestro)

El respeto es la virtud por la cual reconocemos y tenemos presente de manera habitual la dignidad de las personas, como seres únicos e irrepetibles, creados a imagen de Dios, con inteligencia, voluntad, libertad y capacidad de amar; así como sus derechos según su condición y circunstancias. El respeto significa, trato amable, cordial, justo y generoso. Aunque haya diferencias de ideología, doctrina o religión, mantengo ese mismo trato. El que respeta no ironiza, no ridiculiza, no se burla del otro. Aun haya diferencias de religión, de ideologías políticas, de gustos; el que respeta escucha. Acepta al otro tal y como es. No le celebra sus malas acciones.

Descubrir y comprender que toda persona por el hecho de serlo, es merecedora de respeto, independiente de su edad, sexo, educación o cultura, desde el momento de la concepción hasta la muerte. Recientemente, en una Conferencia Concierto Pan y Vino, nuestro arzobispo Monseñor Freddy Bretón exponía, en la ciudad de Moca, que hay valores permanentes que nunca pueden cambiar como la dignidad, el amor y el respeto. El lugar genuino para cultivar esos valores es la familia. Pero hemos de reconocer que cuando en una persona no hay esos dos valores es porque son familias disfuncionales, familias que no ponen en práctica los valores impostergables que necesitan los individuos. Tiene razón lo que dice, pues cuando el amor está ausente, el sentimiento del odio es capaz de cometer el crimen más horrendo, no hay respeto a la dignidad de la persona humana. Y continuaba disertando Monseñor Bretón, sobre ciertos grupos que conspiran contra la familia. Esa conspiración constituye un desafío para los que estamos llamados a defender la familia de las ideologías que pretenden pisotear la familia tesoro de la humanidad, Iglesia doméstica, Escuela de Nazaret. Educar a los hijos, que son un verdadero regalo de Dios. Es hermoso escuchar a papá y a mamá, decir:” Quiero darle a mis

hijos lo que no recibí en el hogar que me crie”.

Percibir y vivir el respeto que merecen las personas por sus condiciones y autoridad que ejercen, por ejemplo, los padres, jefes, autoridades civiles, los ancianos. El irrespeto, es maltrato psicológico, físico y desconsideración. La persona queda anulada. Es penoso observar personas que se sienten superiores a los demás.

El respeto es la primera condición para la convivencia entre las personas, e implica el reconocimiento de la dignidad de cada una. Dar siempre ejemplo de amabilidad y buen trato con todos, independientemente del grado de amistad o simpatía que se pueda tener hacia las demás personas. Propiciar un ambiente de alegría, cordialidad y acogida.

Tener un trato especialmente amable y delicado a las personas que trabajan conmigo o para mí. Pedir las cosas por favor, dar las gracias, ayudar en lo que se pueda, aunque no sea nuestra obligación o responsabilidad. Y la regla de oro: Trata al otro como tú quieres ser tratado. Tus padres merecen respeto, amor y agradecimiento por todo lo que ellos han hecho por nosotros.

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