El icono de nuestra Señora del Perpetuo Socorro
Entrada:
Buenos días (tardes, noches), hermanos y hermanas. Hay nombres que, de tanto repetirlos, no nos detenemos a pensar qué significan. Pudiera sucedernos con el nombre que damos a la Santísima Virgen María, Madre el Perpetuo Socorro. Hoy, cuando la honramos como patrona y protectora de la Congregación Redentorista, seamos conscientes de que María es Madre del auxilio constante, Madre de la ayuda continua, Madre de cuidados sin límites. Hoy, cuando nos reunimos para honrar a nuestra Madre de refugio sin fin, dirijamos la mirada a su imagen y, a imitación del niño que lleva en brazos, sujetemos confiados la mano de María. Así, agarrados, andaremos seguros. Cantemos con entusiasmo.
Monición a la Primera Lectura (Isaías 7, 10-14)
Ajaz, rey de Judá, está en apuros bélicos. Dios le habla por medio del profeta Isaías y le dice que está dispuesto a darle una señal. Pero Ajaz responde que no pedirá señal alguna porque no quiere poner a prueba a su Dios. También a nosotros, cuando estamos en apuros, Dios nos ofrece sus señales. Pero, quizás como Ajaz, respondemos con lo que pudiera ser una simple excusa. ¿Será que no queremos molestar a Dios o será que no deseamos que Dios intervenga en nuestros asuntos? Aceptemos la señal que Dios nos ofrece: la virgen da a luz un hijo y ese hijo es Dios-con-nosotros. Escuchemos atentos y confiados.
Monición a la Segunda Lectura (Gálatas 4, 4-7)
Es triste vivir en esclavitud. El esclavo nada tiene, el esclavo nada puede, el esclavo nada espera. Pero nos dice el autor de la carta a los Gálatas que Dios ha puesto en nosotros el espíritu de su propio Hijo. Y ahora podemos decir, con toda confianza, “¡Padre mío!”. Así que ya no somos esclavos, sino hijos legítimos. Y si somos hijos, somos también herederos de todos los bienes. Entonces, ¿hay algo que podamos temer? Escuchemos con oído atento y corazón alegre.
Monición al Evangelio (Juan 19, 25-27)
Cuando hace algunos años murió la madre de mi amigo y compadre, me dijo él: si yo no tuviera a María… hoy me sentiría huérfano. Parece que Jesús, ya agonizante en la cruz, quería proveer para que ninguno de los suyos quedará en orfandad. Las palabras dirigidas a Juan son también dirigidas a nosotros: “hijo, no temas, ahí tienes a tu madre”. Desde entonces María nos acompaña. Y hoy la abrazamos bajo el nombre precioso de Madre el Perpetuo Socorro. En esa confianza nos ponemos de pie y cantemos el aleluya.
Oración Universal:
(A cada petición respondemos: “Por mediación de tu Santa Madre, escúchanos, Señor”).
1. Por la Iglesia y sus presbíteros; para que, de la mano tierna de María, camine confiada hacia la plenitud del Reino. Roguemos al Señor.
2. Por las autoridades que gobiernan las naciones; para que, bajo la maternidad amorosa de María, puedan encauzar sus acciones hacia el bien de toda la comunidad. Roguemos al Señor.
3. Por toda los Misioneros Redentorista; para que, al celebrar la festividad de su patrona, reciban por intercesión de María los favores y fortalezas para el ejercicio fiel de su misión. Roguemos al Señor.
4. Por todos los que, por algún motivo pudieran sentirse huérfanos; para que descubran en la Virgen María a la Madre de todos los creyentes. Roguemos al Señor.
5. Por todos nosotros los aquí reunidos; para que, en brazos de la Virgen María y confiados en su perpetuo Socorro Perpetuo, aceptemos gozosos los bienes que del Padre hemos heredado. Roguemos al Señor.
6. Por los jóvenes de nuestra comunidad; para que, al igual que la Virgen María, puedan responder generosamente al llamado del Señor en la vida religiosa y sacerdotal.Roguemos al Señor.
(Cortesía de la Parroquia San Antonio de Padua de Guayama)
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